La Asociación Harraga dice que hay que trabajar en la calle con los menas para luego llevarlos a las instituciones de acogida.
La Asociación Harraga presentó ayer un informe sobre la situación de los niños de la calle. Se trata de un documento en el que denuncia “las múltiples formas de violencia que sufren” los menores extranjeros no acompañados (menas) y explica por qué estos chicos no quieren estar en La Purísima. De hecho, una de las cofundadoras de la entidad, María Antúnez, explicó que “hay diferencia de trato” en el centro de acogida entre “los niños del Rif y de otras partes de Marruecos”.
Antúnez no explicó exactamente si se trata de una ‘discriminación positiva o negativa’, pero subrayó que se debe, posiblemente, a que muchos educadores de La Purísima son de ascendencia rifeña y por lo tanto, hay un sentimiento de pertenencia y de identidad al mismo lugar.
Sin espacio y sin papeles
Pero no es la única explicación de que haya menores en la calle. Apuntó que este centro de acogida está diseñado para poco más de 160 niños y acoge a unos 300, por lo que la atención no es la más adecuada. También subrayó que muchos chicos denuncian agresiones “verbales, físicas y psicológicas” de algunos educadores, aunque resaltó que hay otros que trabajan mucho por estos jóvenes.
La cofundadora de Harraga indicó que algunos niños que viven en La Purísima aguantan en el centro porque creen que tienen más posibilidades de conseguir la “documentación” si pasan más de dos años en el interior.
Al mismo tiempo, reconoció que es precisamente la negación por parte de la Administración a dar los permisos de residencia o que duren muy poco tiempo otro de los factores que les lleva a estar en la calle a estos menores.
Cuatro muertes
Antúnez explicó que ellas no apoyan a los niños cuando quieren colarse en los barcos como polizones. “Es algo que perjudica su integridad física por completo, pues desde que llevamos trabajando con ellos, hemos presenciado cuatro muertes”, apuntó.
En este sentido, aseveró que esto es una consecuencia de “las malas políticas de la Administración Pública, que permite que estén viviendo en la calle”. De ahí que la intención de Harraga sea denunciar esta situación de los menores, pues están en riesgo de “muerte”.
Trabajar en la calle
Esta asociación subraya la necesidad de trabajar en la calle con los niños para luego llevarlos a las instituciones, siempre que haya espacio para ellos.
Antúnez indicó que la realidad ahora es que ellos no quieren irse de la calle y por ello, aseveró que es preciso continuar con su labor, como son acompañarles y hacer de intermediarias.
Afirmó que todos podemos aportar un granito de arena con estos niños. “Si vemos a un niño pequeño que tiene una herida, ¿qué dice el sentido común? Acompañarle al hospital o llamar a la Policía para que le lleven”, añadió.
Esta asociación pone en práctica un modelo de intervención social llamado “amistad pedagógica”, basado en el trato de respeto y cariño mutuo. “Son niños al fin y al cabo”, subrayó.
Vulnerabilidad y violencia
La entidad también denuncia la “vulnerabilidad constante y diaria” de estos menores. “Son víctimas de múltiples violencias, como la documental, por parte de la Ciudad, por los gestos de la población y los comentarios que dejan en las redes sociales, la policial en persecuciones, criminalización y agresiones físicas.
Antúnez comentó que el objetivo de este informe, que ha sido elaborado tras 18 meses de investigación, es denunciar esta situación y hacer visible la vida real de estos niños de la calle.