Los de Granero se juegan parte de su futuro ante un rival con grandes problemas extradeportivos. Los jiennenses han visto irse a su máxima referencia de cara al gol.
Carlos Granero no es un entrenador que se deje llevar por la situación que pueda estar atravesando el rival a la hora de preparar un partido. El valenciano confía en su equipo, pero desconfía de todo lo demás. Sabe que a pesar de la falta de cobro de los futbolistas del equipo de la ciudad del Santo Reino, los profesionales sólo piensan en ganar cuando se visten de corto. Otra cosa será que el partido se le pueda hacer muy largo e incómodo a las huestes de Gonzalo Arconada, que andan con la moral alicaída a pesar de los intentos del técnico guipuzcoano por reactivarlos.
Ni que decir tiene que la posibilidad de disputar la próxima edición de la Copa del Rey es un aliciente añadido para un equipo tocado en lo anímico, pero con argumentos suficientes para plantar cara a cualquier rival y pelear por metas mayores. Las aguas bajan revueltas en la entidad aceitunera y eso hace del conjunto blanco un adversario imprevisible. De momento, el Real Jaén se ha quedado sin su 'pichichi' particular. Hugo Díaz, máximo artillero de los andaluces con 12 goles anotados abandonó la disciplina jienense, y parece que podría no ser el único.
Así las cosas, el entrenador de la UD Melilla no quiere que sus jugadores se distraigan en lo que rodea al Real Jaén. Los azulinos han vivido una situación muy parecida hace apenas unos meses, agravada precisamente tras la visita al Nuevo La Victoria donde encajaron un severo correctivo (5-0) que todavía escuece. No hay sed de venganza, pero tampoco hay cabida para la piedad. Los blancos no la tuvieron en la ida y el Melilla se juega este domingo buena parte de su futuro ante un lobo que podría saltar al coliseo norteafricano disfrazado de cordero.
Sesión táctica
El plantel azulino completó en la jornada de ayer el tercer entrenamiento de su microciclo semanal, que consistió en una sesión eminentemente técnico-táctica en la que el técnico unionista trabajó con sus hombres la manera de neutralizar el juego ofensivo de la escuadra aceitunera, así como la forma de combatir el entramado defensivo que suele disponer Gonzalo Arconada, sobre todo en los partidos como visitante.
Así, y tras un trabajo de activación y un calentamiento específico, el equipo pasó a realizar una serie de rondos como paso previo a unas evoluciones que sirvió de preámbulo a la disputa de un partido de fútbol, primero a campo entero y después a tres cuartas partes del terreno de juego, que se prolongó por espacio de media hora.