Tras cada nuevo terremoto, uno de los puntos calientes de la ciudad se localiza en la urbanización de Averroes, debido al estado en que se encuentra su fachada, pendiente de que comience su restauración.
Ayer no fue menos y, de hecho, técnicos de Emvismesa visitaron a primera hora el barrio para conocer en qué medida habría afectado el seísmo.
Así lo explicó a El Faro el presidente de la mancomunidad de propietarios de Averroes, Fernando Gutiérrez, que se congratuló de que, tras la inspección, no se hubiera detectado ninguna anomalía más de las ya existentes. La estructura del edificio no presenta problemas y la fachada se encuentra estable tras las intervenciones a que fue sometida como consecuencia de los desprendimientos ocurridos el pasado verano.Menos susto
Gutiérrez indicó que el terremoto había vuelto a sacar a la calle, en plena madrugada, a vecinos de la zona, aunque en un número menor a las ocasiones anteriores. Sobre todo mujeres, describió, asustadas por el temblor.
Sin embargo, lo cierto es que parece que el melillense se hubiera acostumbrado a estos sobresaltos y, teniendo la experiencia de lo sucedido el 25 de enero, se tomara las cosas con más calma. Por eso no se produjo esta vez un abandono masivo de hogares.Testimonios
Una de las personas que lo vivió con miedo fue Fatimah. Mientras entraba a su portal con las bolsas de la compra, horas después del terremoto, recuerda que su casa se había movido bastante y que había preferido bajar con lo puesto a la calle, por si acaso. A pesar de los mensajes de tranquilidad respecto al estado del edificio, es de las que no puede evitar sentir temor. “Estamos enfermos con esto, tenemos miedo y para colmo no están arreglando el piso”, se lamenta.
En otro portal, Mohamed llamaba al telefonillo de la casa donde vive su abuela. Él es de otro barrio y también notó el seísmo. “No ha pasado nada, no ha habido daños materiales, pero el susto no te lo quitas”, admite.
En uno de los recovecos de Averroes, un grupo de jóvenes comenta lo sucedido en tono distendido. Algunos de ellos salieron a la calle tras ser despertados por el temblor. “Con los pelos así”, narra una de las chavalas, describiendo que ni se paró a peinarse para bajar lo más rápido posible.
Todos desean, en cualquier caso, que Melilla deje de sufrir estos vaivenes de una vez.