EL tiempo dio finalmente tregua y la cabalgata de Carnaval pudo celebrarse en todo su esplendor.
No llovió y el fuerte viento tampoco resultó demasiado molesto, así que tan sólo hubo que combatir el frío que, dada la hora en que dio comienzo el espectáculo, se dejó notar al final. Miles de melillenses se echaron a la calle ayer para disfrutar de la cabalgata que recorrió el centro de la ciudad, muchos de ellos disfrazados, propiciando así que hubiera un ambiente festivo tanto entre el cortejo como entre los espectadores apostados a lo largo de todo el itinerario. Nueve carrozas, 16 pasacalles y 350 figurantes conformaron una cabalgata que trató de implicar en todo momento al público asistente: se repartieron 4.000 antifaces y 1.000 pitos para que todos pudieran ir de algún modo disfrazados y contribuir al jolgorio musical. Tras concluir el recorrido en la Plaza de España, y ya con menos seguimiento popular, se celebró el Entierro de la sardina, evento con el que culminó el programa de Carnaval diseñado este año por la Viceconsejería de Festejos. La novedad este año ha venido dada por el concurso de disfraces de mascotas que tuvo lugar el finde semana anterior y al que se le pretende dar continuidad en el futuro. Luego, ya este pasado viernes, se celebró el pregón de Pepe el Caja en el Teatro Kursaal, en el marco de una gala que contó con concursos de disfraces y agrupaciones; los eventos tradicionales y que, un año más, contaron con el apoyo de los melillenses. Con la jornada de ayer, que se desarrolló sin incidentes, se dio por finalizada una de las fechas marcadas en rojo en el calendario festivo de Melilla. Y en breve llegará Semana Santa. Era hora de que, tras el susto vivido a final de enero con el terremoto que aún sigue dando numerosas réplicas a diario, y tras el accidente de la semana pasada con la caída de un muro, los melillenses tuvieran la oportunidad de olvidarse de los malos momentos y disfrutar. Salir a la calle en esta ocasión para pasárselo bien, en familia, entre amigos, y con ánimos renovados para afrontar el resto del año que, esperemos, sea propicio.