U.A.K. detuvo con una mano la cuchillada que su marido le lanzó al pecho. El corte fue profundo, afectó al tendón y sangró en abundancia. Sus dos hijos, de tres años el varón y de pocos meses la hembra, estaban presentes y lo vieron todo.
Tras dos días en el hospital, donde tuvo que ser intervenida quirúrgicamente con anestesia general, pudo acudir al juicio. Su agresor admitió los cargos, hubo acuerdo y así la condena quedó reducida a nueve meses de prisión y una multa de 350 euros. Pero no la pagó, como tampoco se ha hecho cargo de la manutención de sus hijos. “Nunca se preocupó de ellos, menos ahora. Lo tengo todavía denunciado para que pase la pensión, porque está trabajando”.
Sucedió hace cinco años, pero todavía le cuesta rememorar aquellos hechos que le cambiaron la vida y que pudieron acabar con ella. Sin embargo, lo hace. Y con ello, U.A.K. contribuye a ayudar a otras mujeres que se encuentren en una situación parecida.
Ayer, junto a otras mujeres también víctimas de agresiones machistas, ofrecía su colaboración a quien la requiriese en una mesa informativa instalada por Coalición por Melilla ante su sede. Como N.R., cuya experiencia no había sido tan grave, pero sí más reciente.
Sucedió en verano. Ya estaba divorciada de su exmarido. “Perdió los nervios y me agredió delante de mi hijo de 4 años. Lo denuncié, a las 48 horas se celebró el juicio y lo condenaron a seis meses de prisión y una multa de 60 euros. Reconoció todos los hechos y está arrepentido”.
Su agresor no entró en prisión por no tener antecedentes. La orden de alejamiento decretada por un año y 4 meses aún está en vigor, por lo que se encuentra bajo la protección de la Policía Local.
N.R. está muy agradecida a Coalición por Melilla. “Me han ayudado, orientado y apoyado. Y me quitaron el miedo”, asegura.
Tanto N.R. como U.A.K. coinciden en que, tras la agresión, necesitaban mucha ayuda, que las orientasen sobre los pasos que debían dar para rehacer su vida. Ninguna de las dos, por cierto, tiene pareja ahora, ni intención de tenerla.Reclaman más apoyo
También coinciden en que las instituciones públicas pueden hacer más por las mujeres como ellas. N.R. dice que se sintió desamparada. Cree que hay cierto “criterio selectivo” a la hora de afrontar el problema por parte de la administración. Reclaman, por ejemplo, clases permanentes de defensa personal, cursos de autoestima. Los momentos posteriores a la agresión son delicados y se sienten muy bajas en el plano emocional y psicológico.
Deben enfrentarse además a multitud de cuestiones cotidianas para las que no se sienten en condiciones. Temen que el casero no quiera prorrogar el contrato de alquiler. Se preocupan por la entrada y salida de los niños del colegio, por si sus exparejas pudieran ir y llevárselos.Ayuda para los hijos
Sus hijos son la principal fuente de inspiración y energía, y para ellos demandan también más ayuda institucional. Por ejemplo, para que puedan acudir a psicólogos, o que se les dé la oportunidad de participar en talleres, cursos de autoestima, campamentos, todo lo que sirva para que olviden el horror que han experimentado.