El pasado domingo, la Asociación de Estudios Melillenses (AEM) realizó una visita a la población marroquí de Debdou, a unos 180 kilómetros al sur de Nador.
La expedición estuvo compuesta por 79 personas, entre ellos un grupo numeroso de miembros de la Asociación de Funcionarios de la Seguridad Social (AFSS), así como Mordejay Guanich, presidente de ‘Mem Guímel’, además de cuatro profesores del colegio español ‘Lope de Vega’ de Nador, muy interesados en esta visita.
La estancia en Melilla, en 1550, del rey de Debdou, Muley Amar, fue el aliciente para realizar la visita a esta población que, durante varios siglos, fue un importante centro comercial y punto de encuentro de caravanas saharianas entre Argelia y Marruecos.
A mediodía, la expedición llegaba a la zona: un pequeño nucleo rural emplazado al sur de Taurirt que, según la descripción del vizconde Charles Foucauld, en su libro ‘Viaje a Marruecos’ (1883-1884), se trata de “una pequeña villa dominada por su minarete. De casas bajas al fondo de un verde valle”. Faucauld destacaba como hecho curioso que, en aquella época, “los israelitas representan las tres cuartas partes de unos 2.000 habitantes. Es la única población marroquí en la que el número de judíos supera al de musulmanes”.
La ciudad y su recinto
Debdou conserva aún huellas vivas de la presencia judía, como denotan El Mellah, con sus sinagogas y los dos cementerios judíos que aún se conservan.
En su apretado y estrecho urbanismo, sólo parecen haberse respetado las viviendas de poca altura (dos pisos como máximo), el acanalamiento central de las calles para la bajada de aguas y desechos y la distancia, escasa pero suficiente, entre calles que parece obedecer a la máxima medieval de las juderías: permitir el paso de un caballero con sus armas.
El recinto amurallado de su alcazaba o ‘kasbasch’, con un foso abierto a pico sobre la piedra, indica la importancia de Debdou desde el siglo XIII, fecha en la que se presume fue construido el recinto, en cuyo interior alberga una pequeña mezquita y dos tumbas imperiales (morabito) de la época. Desde sus murallas, se puede contemplar una espléndida vista del valle.
Encerrada en el recinto palpita la ciudad, con sus callejuelas, casas de adobe, sus pequeñas puertas de madera y, al final, un antiguo cementerio del que sólo se conservan algunas de las piedras verticales de los enterramientos.
El nombre del pueblo parece derivar de su presunto fundador: el judío David Deu, de cuyo nombre, por deformación, resultaría Debdou.
A comienzos del siglo XX muchos judíos de Debdou abandonaron su residencia camino a Melilla ante la llegada a estas tierras del Roghi Bu Hamara, que se autoproclamaría Sultán de Marruecos a finales de 1902 y que no era tan transigente con las creencias judías.
Retorno a Melilla
A las cinco de la tarde, la expedición de la Asociación de Estudios Melillenses emprendía el regreso hacia la ciudad, llegando pasadas las nueve de la noche.