Como cada miércoles, decenas de refugiados se embarcaron en dirección a la península.
“Nos esperan ocho horas de viaje después de haber pasado más de dos meses en Melilla”. Las palabras de Saher suenan con un punto de amargura pocas horas antes de partir hacia Málaga.
Estaba previsto que él saliera junto a su esposa y la hija de ambos con el grupo de refugiados sirios que se embarcó para la península la semana pasada. Sin embargo, un error burocrático los dejó en la ciudad hasta ayer.
“Hemos tenido que gastar 500 euros más esta semana”, lamenta este hombre, cuyos ahorros le permitían pagar un alquiler y no vivir en el CETI. “No quise que mi hija viviera allí. Habría contraído cualquier enfermedad”.
Su futuro inmediato está en Málaga, donde los acogerá una ONG cuyo nombre no recuerda. Pero tiene claro que cuanto antes su familia y él darán el siguiente paso y se dirigirán a Madrid. ¿Cómo lo harán? “Aún no sé cómo conseguiré el dinero, pero lo haré y volaremos hasta Noruega. Soy ingeniero de telecomunicaciones y allí encontraré trabajo”.
Ahmad y su familia sí estuvieron en el CETI, pero afirman que su estancia no fue de “mucho más que un mes”. Tiene tres hijos de menos de 10 años y espera llegar a Alemania, donde viven algunos familiares de su esposa.
“Estaremos en Málaga el tiempo que haga falta para conseguir dinero”. Pero como Saher, tampoco saben cómo lo harán. “Hay momentos en los que temo por el futuro de los míos”, confiesa Ahmad, “pero confío en que Alá nos ayude”. Y concluye: “Huimos de Damasco y vayamos donde vayamos estaremos mejor que allí”.