La campaña electoral se va enturbiando a medida que pasan los días. Quienes creemos en la democracia y en las elecciones como máxima expresión de la libertad política vemos con tristeza algunos episodios que no dejan de sucederse en nuestra ciudad.
Al constante cruce de acusaciones entre PP y CpM por supuesta compra de votos, ayer se sumó un suceso que ha tenido lugar este fin de semana en La Cañada. La violación de la privacidad de la correspondencia, su sustracción o destrucción es por sí mismo un delito muy grave que en Melilla adquiere una gravedad aún mayor cuando esa fechoría se comete en periodo electoral y el objeto del robo son sobres con documentación para ejercer por correo el derecho al voto.
Un suceso de este tipo tendría que haber merecido la condena unánime de las nueve candidaturas que concurren en nuestra ciudad a los comicios del próximo 24 de mayo. Sin embargo, no ha sido así. Ese delito, que aparentemente no beneficia a nadie y que perjudica a todos puesto que arroja un halo de duda sobre el estado de salud de la democracia en Melilla, sólo sirvió ayer para lanzar alguna insinuación, para arrojar más leña al fuego.
Sin ningún atisbo de unidad ante un hecho como el robo de correspondencia, tampoco podíamos esperar una reacción unánime ante lo que estaba a punto de ocurrir unas horas más tarde: La agresión física, amenazas y lesiones entre partidarios de candidaturas enfrentadas. Afortunadamente, las lesiones que sufrieron los jóvenes simpatizantes del Partido Popular no revisten en apariencia demasiada gravedad. Sin embargo, la gravedad de los hechos no reside en la importancia de las heridas. Lo verdaderamente preocupante es que el debate político en Melilla pueda acabar derivando en enfrentamientos físicos, amenazas o insultos.
La intensidad con la que algunos afiliados o simpatizantes viven la campaña electoral puede hacerles perder la cordura o desviarlos de los dictados del sentido común. Sin embargo, por encima de estos individuos están los responsables de los dos principales partidos políticos de Melilla. Los ciudadanos tenemos derecho a esperar de ellos la cordura que a veces puede faltarles a algunos de sus seguidores, afiliados o simpatizantes. Al margen de quién es el agresor, quién es la víctima, quién provocó o quién respondió a la provocación, ayer los melillenses merecimos una respuesta conjunta de los máximos responsables del PP y CpM rechazando esta clase es hechos.
Nuestra ciudad se juega algo muy importante el 24 de mayo. Ese día decidiremos quién gobierna Melilla durante los próximos cuatro años. Sin embargo, por encima del ganador de unas elecciones está la libertad de los melillenses, nuestra derecho a expresarnos sin miedo a ser agredidos, nuestro derecho como votantes, nuestros derechos como ciudadanos y la obligación de los contendientes políticos a ejercer como tales dentro de los límites que marca nuestro sistema político.
¿Qué podemos esperar del PP y CpM tras el altercado ante la sede de este último partido? Hoy deberíamos esperar una declaración conjunta y consensuada por ambos líderes políticos condenando los hechos para que no haya ninguna duda de que no todo vale para alcanzar el poder y mucho menos en democracia. Nuestra libertad, que tiene su máxima expresión en citas como las del próximo 24-M, es más importante que los intereses partidistas. No hay duda de que así lo piensan también los responsables de todos los partidos políticos de nuestra ciudad, lo que no es excusa para dejar de expresarlo públicamente con el fin de disipar cualquier duda.