No hay una sola afirmación del Consejo Escolar del Estado que sorprenda a quienes son conscientes de la situación de la Educación en nuestra ciudad.
La saturación, la falta de espacio y la necesidad de más inversión son tan habituales en las aulas de Melilla como los libros, las reclamaciones de los docentes y la ausencia de respuesta a las numerosas carencias. La novedad consiste en que esta vez quien pone los puntos sobre las ‘íes’ es precisamente el Consejo Escolar del Estado, un órgano dependiente del Ministerio de Educación y en el que están representados desde sindicatos a profesores, padres, alumnos y miembros de la propia administración educativa del Estado. Sin embargo, esto no garantiza en absoluto que sus reclamaciones (las mismas que estamos cansados de escuchar sin recibir respuesta) vayan a ser atendidas. Más bien sucederá todo lo contrario. El ‘Informe 2014’ correrá la misma suerte que los de los años 2013, 2012, 2011...
Si hay algo claro entre los docentes y alumnos de nuestra ciudad es que aquí nada cambia o que, si lo hace, los cambios son imperceptibles entre un año y otro. Sólo así se explica la eterna posición de ‘colistas’ que ocupan Melilla y Ceuta. En esta ocasión, nosotros llevamos el ‘farolillo rojo’, pero el mérito de conseguir endosárselo a la ciudad hermana no evitará que continuemos quedándonos descolgados del pelotón de cola. Los resultados de las pruebas realizadas por el Ministerio entre alumnos melillenses y ceutíes son demoledores por sí mismos, pero son aún más desalentadores cuando se comparan con la media del resto del país y todavía son más sonrojantes si se colocan al lado de los logros de las regiones con las mejores notas.
La primera sensación al observar los porcentajes de ‘suspensos’ que facilita el Ministerio referidos a nuestros alumnos y docentes es que los primeros son los menos capacitados intelectualmente del país y que los segundos tienen el nivel profesional más bajo. Sin embargo, el fracaso en las aulas es un ‘éxito’ que sólo se puede atribuir a quienes estuvieron en los últimos años y están en la actualidad al frente del Ministerio de Educación. A ellos hay que responsabilizarlos de no haber puesto los medios necesarios en manos de los profesores y de no prestar a nuestros alumnos la atención que sí merecerían en otras regiones de nuestro país. En los despachos de Madrid y en los de la Dirección Territorial hay que buscar a los culpables de que nuestros docentes no tengan las mismas oportunidades de enseñar y nuestros alumnos de aprender que sus compañeros del resto del país.
A pesar de todo, Melilla no ha perdido aún la esperanza de que algún año el Ministerio de Educación examine a sus propios dirigentes y compare su gestión con la que realizan los responsables autonómicos de las regiones con las competencias transferidas (todas). Cuando lo hagan, verán en su propia ineptitud la causa del fracaso escolar de los estudiantes y los profesores que sufren la ‘maldición’ de tener que acudir a los centros docentes de Melilla y Ceuta.