El fin de la prórroga de los alquileres de renta antigua llega el 1 de enero y con él, la desaparición de negocios en el centro l Hay quien lo da todo por perdido y otros dicen que acudirán al juzgado.
La crisis no es la única ‘culpable’ del cierre de algunos negocios del centro. Hay empresarios que han acelerado el cierre y la liquidación de sus productos porque las rentas de sus alquileres ya no tendrán validez en 2015. Dejan atrás una vida dedicada a un negocio en que han invertido tiempo y dinero. Son empresas que han dado trabajo a varios empleados y que han conseguido sobrevivir a años malos y todo tipo de problemas. Negocios que se han adaptado, que han rehabilitado los locales para hacerlos más atractivos al público. Son empresas conocidas por su larga trayectoria.
Ahora la eliminación de la prórroga de los alquileres de renta antigua puede acabar con ellos. De hecho, algunos ya se han dado por vencidos y han cerrado para siempre. Otros se cambiarán de local dejando atrás un lugar en el que dieron vida a su negocio, mientras que hay empresarios que afirman que no abandonarán sus establecimientos si no es por una orden de desahucio de un juez.
Más que una juguetería
Segundo Navarro es uno de los empresarios afectados por la eliminación de la renta antigua. Su ferretería-tapicería, la que era de su familia, está en proceso de desmontaje. El mostrador, uno de madera, de los que ya no se hacen, tiene 52 años. En esas paredes se fraguó parte del negocio familiar. Dentro de unas semanas, este local estará sólo en los recuerdos de los melillenses porque va a desaparecer. No le merecía la pena volver a abrir esta ferretería en otro lugar porque lo mismo que vendía hace unos años ahora lo encuentran los ciudadanos en los bazares regentados por ciudadanos chinos a precios más baratos. Entre la eliminación de la renta antigua y estos nuevos ‘competidores’, desistió de su idea de reformar el local. Eso sí, le entristece dejar este espacio en el que vivido la historia de su familia.
Lo curioso de Navarro es que justo el local de al lado, en el mismo edificio, tiene una juguetería. También ésta tendrá que cerrar. En cuanto a la venta de juguetes, explica a El Faro que no se ha visto tan afectado porque hace unos años abrió otra tienda y llevará allí su mercancía. Sin embargo, el nombre de Segundo Navarro desaparecerá de la fachada del edificio en pocas semanas.
Este empresario intentó negociar el alquiler e intentar mantener su nombre en este espacio , pero el inmueble ha sido adquirido por una empresa constructora. La intención de los nuevos propietarios es construir un nuevo edificio, aunque deberán respetar la fachada. A Navarro le han comentado que dentro de unos años podrá negociar de nuevo el alquiler de los bajos de este inmueble, pero el empresario prefiere no estar pendiente de este local y dejar atrás de forma definitiva esta historia.
Él es la tercera generación dedicada al negocio, pero eso no es importante para el nuevo propietario del inmueble ni para el anterior. No hay sentimentalismo de por medio cuando el negocio es ganar más dinero por la rehabilitación del edificio. Navarro afirma, con resignación, que hace mucho que decidió despedirse de estos dos locales. Aún le quedan días de trabajo en ellos, recogiendo los productos que estaban a la venta en esa ferretería que montó su abuelo.
“Se escapa de las manos”
Garnica, una de las tiendas más famosas de la ciudad por la venta de artículos de deporte, está de liquidación. Su dueño, Pedro Rodríguez, afirma a El Faro que no le ha quedado otra que sacar todo lo que tenía en el almacén en previsión de que le vayan a echar de su local. Su padre comenzó el negocio en este lugar situado en una de las esquinas de las calles centrales de Melilla y en unas semanas se verá obligado a salir de ahí. Dice que le obligan porque esperará a recibir una orden de desahucio de los juzgados para dejar el local, mientras tanto resistirá ahí.
Su plan era renegociar el alquiler de este espacio, que hace 42 años comenzó siendo una sastrería y ahora venden artículos de deporte. Pero los dueños del inmueble tienen otra idea. Desean vender todo el edificio. Rodríguez no puede afrontar el pago de esa venta, así que se queda sin el lugar donde ha luchado por su empresa.
Le da mucha pena ver sus escaparates con la palabra liquidación. Imaginó que un día, cansado por sus muchos años de trabajo, dejaría la tienda y se jubilaría, pero no pensó que sería éste el final de su negocio. “La empresa se nos escapa de las manos”, destaca.
Rodríguez resalta que a nivel emocional le han hecho polvo. Por eso se niega a marcharse y prefiere aguantar dentro de su local hasta que un día venga la Policía y le desaloje. Explica que lleva meses sin poder dormir bien. Últimamente es de los primeros comerciantes del centro en entrar en su tienda porque no hace más que darle vueltas a la cabeza para encontrar una salida.
También destaca que afortunadamente la empleada que aún tiene contratada está en edad de jubilación, al igual que él, así que cree que acabarán por convertirse en pensionistas en unos meses.
Siente mucha rabia. Ha pasado de todo en el negocio desde que entró en esta tienda con 14 años. Sin embargo, será una ley la que le eche de este lugar. Además, apunta que al liquidar sus productos, perderá los beneficios que siempre ingresaba gracias a las ventas navideñas.