La Guardia Civil no ha ganado merecidamente el título de ‘Benemérita’ en un día ni afortunadamente lo va a perder por lo ocurrido el 30 de septiembre de 2014 en el Juzgado de Instrucción número 5 de Melilla.
Ayer era el día en el que tenía que acudir a declarar como testigo el coronel Ambrosio Martín Villaseñor. El máximo responsable de la Comandancia contestó a las preguntas como testigo tras haber conseguido ser ‘desimputado’ “provisionalmente”. Luego fue el turno del comandante Arturo Ortega Navas. El primero aseguró no haber tenido ninguna responsabilidad en las decisiones tomadas en el caso de los inmigrantes ‘kamikaces’. El segundo, por su parte, dijo que actuó siguiendo órdenes del delegado del Gobierno. Ambas declaraciones se comentan por sí mismas; es innecesaria cualquier valoración sobre la conducta moral del máximo responsable de la Comandancia de la Guardia Civil y de su segundo al mando.
No obstante, si algún agente del instituto armado destinado en Melilla tiene alguna duda, quizá se le despeje cuando lea en El Faro las explicaciones que el comandante Ortega ofreció al juez para no actuar contra los inmigrantes que entraron ilegalmente por la frontera el pasado 18 de junio y 13 de agosto. Los subsaharianos llegaron a los pasos de Beni Enzar y Farhana conduciendo vehículos a gran velocidad, no atendieron las órdenes de alto de los guardias civiles, pusieron en peligro la integridad física de los agentes, causaron desperfectos en el puesto fronterizo y emprendieron la huida hacia la ciudad, con el riesgo que ello pudo representar para el resto de usuarios de la vía, tanto conductores como viandantes. Además, no está claro si los inmigrantes que iban al volante disponían del correspondiente carnet de conducir. En opinión del comandante Arturo Ortega Navas, que dijo al juez sentirse “orgulloso” de su actuación, esos inmigrantes no cometieron ningún delito y, por lo tanto, ni se les detuvo ni se les denunció ante la autoridad judicial.
¿Cómo se sentirán hoy los agentes destinados en los puestos fronterizos? ¿Qué pensarán los que vigilan la valla? ¿De qué manera asimilarán lo ocurrido los que velan por la seguridad desde el mar? Precisamente, uno de estos últimos guardias civiles se encontraba ayer en las Torres del V Centenario. Era el cabo González Ferrón, conocido por su heroica acción al lanzarse al mar para salvar la vida de una inmigrante embarazada y de su hijo. Ayer esperaba en la puerta principal la llegada de su coronel y de su comandante para darles ánimos. Sin embargo, ambos entraron a los juzgados por la puerta de atrás y el cabo tuvo que esperar a que sus superiores salieran. Fiel a ambos, aguardó hasta que terminaron de dar explicaciones ante el juez. Entonces sí pudo expresarles su apoyo, pero fue sólo un segundo antes de que Ambrosio Martín Villaseñor y Arturo Ortega se subieran en el coche para dirigirse a la Comandancia.
Ni la Guardia Civil perdió ayer el merecido título de ‘Benemérita’ ni hay motivo para que uno de los guardias civiles más heróicos de Melilla deje de lucir en su uniforme una medalla ganada en acto de servicio.
Sobra cualquier comentario.