La falta de empleo es el mayor problema de Melilla. Como consecuencia del alto número de desempleados, muchas familias se ven obligadas a recurrir a la ayuda de distintas ONG para poder llegar a fin de mes.
El presidente del Banco de Alimentos de Melilla, Juan Paredes, explica hoy en El Faro que desde que comenzó el año la cifra de personas necesitadas no ha parado de crecer. Según sus cuentas, ahora son 800 más que cuando terminó 2013.
La organización de Paredes y el resto de asociaciones de voluntarios que socorren a estas familias se encuentran permanentemente desbordadas. Atienden con dificultad todas las solicitudes que les llegan.
Es evidente que hace falta un análisis en profundidad de la situación que vaya más allá del establecimiento de la simple relación entre la exclusión social y el desempleo. Sólo así será posible entender el problema y evitar paradojas como la ocurrida con los comedores escolares. Este hecho es prueba evidente de que algo no se está haciendo correctamente y que es responsabilidad de la consejera María Antonia Garbín descubrir qué ocurre. Alguien no está haciendo bien su trabajo cuando en una ciudad como Melilla se ofertan 400 plazas para niños cuyos padres tienen dificultades para alimentarlos correctamente y sólo se ocupan 140. ¿Quién se hace responsable del dinero que se está tirando a la papelera al contratar un servicio que no tiene demanda? ¿A quién responsabilizar de ese mal uso del dinero público? ¿Qué argumento dar cuando hay tantas necesidades que cubrir?
Aunque la máxima responsable de la Consejería de Bienestar Social no quiera verlo, su trabajo no se puede limitar a repartir con más o menos acierto los recursos que llegan a sus manos entre las distintas ONGs que solicitan dinero a la Administración. Al margen del controvertido criterio que se aplique en el reparto de algunas ayudas para fines sociales (como los 50.000 euros asignados a la Asociación Guru Guru para poner este año en marcha la actividad Tribu Melilla), es necesario un análisis detallado de la situación para establecer prioridades y dirigir así la actuación de las distintas ONGs apoyando unos proyectos y rechazando otros, pero con argumentos sólidos y con un plan previamente establecido. De otra manera, sólo acabaremos dando palos de ciego. ¿Cómo si no calificar el presupuesto asignado para los comedores sociales? ¿Cómo explicar los 50.000 euros para Tribu Melilla? ¿Qué argumentos se pueden ofrecer a los voluntarios del Banco de Alimentos, por ejemplo, para justificar algunas decisiones? ¿Qué les decimos a los voluntarios, algunos venidos desde centenares de kilómetros con sus propios recursos económicos, para echar una mano en nuestra ciudad ‘sacrificando’ su tiempo de vacaciones?
Son muchas preguntas, demasiadas, que esperan respuesta a que la consejera de Bienestar Social tenga el valor para encarar la situación poniéndose al frente del problema de la exclusión. A diferencia de otros melillenses, María Antonia Garbín tiene trabajo, mucho trabajo que hacer.