La Asociación de Empresarios solicitará una reunión con el Ejecutivo para abordar el tema. El sector considera que los “invitados” deben rotar cuando es un negociado sin publicidad. Aseguran que en Melilla el trabajo es escaso, mal pagado y peor distribuido
La Asociación de Empresarios de la Construcción de Melilla está bajo mínimos con entre ocho y nueve socios que aguantan la crisis más por cabezonería que por sensatez. En la península algo se está moviendo en el sector del ladrillo, pero en la ciudad “todo sigue igual”, pese a que los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) certifiquen que en abril pasado Melilla registró el mayor incremento de venta de casas de todo el país, al contabilizar un 87% más de transacciones que en el mismo mes de 2013. En sólo 30 días se vendieron 52 viviendas.
Mustafa Mohamed, vicepresidente de la Asociación de Constructores locales, no tiene constancia de que esos números respondan a una realidad tangible y asegura que harán un último esfuerzo por reconducir la situación actual que él define con una frase lapidaria: “El trabajo es escaso, mal pagado y peor distribuido”.
La inconformidad del sector de la construcción en Melilla viene por la forma en que la Ciudad Autónoma reparte los contratos menores que salen sin negociado de publicidad. Por eso pedirán una reunión con el Ejecutivo local que sólo buscará un único objetivo: “Que la adjudicación rote”.
Se trata de una vieja reivindicación, no sólo de los constructores que ya se reunieron con la Ciudad hace cuatro o cinco años para abordar este mismo tema, sino también del Partido Socialista y de Populares en Libertad de Melilla, que han reclamado hasta la saciedad mayor transparencia y, sobre todo, más control, en la adjudicación de contratos menores.
“La Administración no está sacando mucha obra a contratación y la que saca, de vez en cuando alguna carretera, sale sin publicidad y siempre tiene los mismos invitados. Nos enteramos de la adjudicación cuando todo está terminado”, señala Mohamed a El Faro.
El vicepresidente de la Asociación de Constructores echa en falta que la Administración les invite como organización a participar en los concursos menores. “Nadie nos invita. Nunca nos ha llegado una carta. Lo normal es que cambien los invitados. Siempre están el número uno, el dos y el tres o el tres, el dos y el uno. Ya es hora de que cambien los nombres”, dijo.
Esa rotación en los invitados habituales de las obras menores de la Ciudad daría un respiro al sector de la construcción en Melilla, ahogado, como en el resto de España, por los bancos, pero también por el pluriempleo de los promotores, que “se han convertido en contratistas y ahora lo hacen todo: Buscan el terreno, hacen la obra, cogen albañiles, cerrajeros y carpinteros y al empresario de la construcción no le dan cancha”, destaca Mohamed.
El sector del ladrillo en la ciudad también sufre el parón en las ventas. “El INE puede decir lo que quiera, yo te digo que aquí no se vende nada. Acabo de terminar de hacer un edificio de 16 apartamentos y no he vendido ninguno. No queda otra que construir para alquilar”, subrayó.
La mayor parte de la culpa del estancamiento de las ventas y la asfixia del sector de la construcción la siguen teniendo los bancos, según Mohamed. “El que huele a construcción no consigue ni entrar al banco. A no ser que tengas un fondo grande, ya no te admiten como aval tus propiedades porque los bancos dicen que ya tienen bastantes pisos”, insistió el vicepresidente de la Asociación de Constructores de Melilla.
Pese a que la situación es difícil, seis años después del estallido de la burbuja inmobiliaria, los constructores de Melilla más que ver, imaginan que hay luz al final del túnel. “No sabemos cuánto tiempo podemos aguantar, pero ya se empieza a vislumbrar algo a lo lejos. Puede ser que en dos años, las cosas mejoren”, vaticinó.
Algo le hace pensar que esto tiene que terminar, recalca Mohamed. Y ese algo está en las noticias que llegan del Banco de España y también “en la gente que pregunta sobre viviendas, que quiere saber, aunque no compre”.
Las inmobiliarias empiezan a ver la luz al final del túnel
Los empresarios de las estaciones de servicio de la ciudad han sido los primeros en notar que algo se está moviendo en el sector de la construcción tras detectar que este año se ha incrementado la venta de gasóleo destinado a promociones inmobiliarias de la ciudad.
Los constructores, por su parte, creen que es un espejismo y que lo que está pasando es que ahora los empresarios del ladrillo compran el gasóleo en Melilla porque ya no les sale más barato repostar en las gasolineras de Marruecos debido a que el país vecino ha dejado de subvencionar los combustibles y ahora éstos cuestan más o menos lo mismo a ambos lados de la frontera.
En este cruce de argumentos, las inmobiliarias de Melilla consultadas por El Faro dan la razón al sector de las gasolineras y lo admiten sin tapujos: Algo se está moviendo en el sector.
Trabajadores de una de las oficinas más solventes dedicadas a la compra-venta de inmuebles en la ciudad comentaron ayer a El Faro, desde el anonimato, que el último trimestre ha ido muy bien en ventas. “Hemos vendido más que en los primeros tres meses del año pasado. Los bancos están dando préstamos al 80% y nos encontramos con gente que ha estado ahorrando durante la crisis y quiere comprar ahora una casa con algo de dinero en mano. No como antes, que venían sin un duro”, afirman.
El perfil de los compradores no ha variado mucho respecto a la época de las vacas gordas. “Hay de todo. Las parejas jóvenes y los mayores buscan algo pequeño y las familias con niños quieren ampliarse”, señalaron a El Faro.
Este ligero aumento de la venta de viviendas les lleva a pensar que, dependiendo del paro, es previsible que todo vaya a mejor.
Sin embargo, la subida en el número de transacciones no se nota por igual en todas las inmobiliarias. Desde Torreblanca explicaron ayer a El Faro que lo que más se mueve es el mercado de los alquileres, aunque admiten que toca a su puerta mucha gente que quiere alquilar, pero lo hace sin nómina y ni recursos. Por lo demás, “la venta está floja”, admiten.
Aún así, desde la inmobiliaria reconocen que los precios de los alquileres han bajado. “La gente se ha tenido que ajustar al mercado”.
En zonas como El Tesorillo y el Industrial donde hace dos años el precio del alquiler no bajaba de los 600 euros, ahora los caseros piden de 500 a 550 euros por un piso amueblado, de dos dormitorios.
Sin embargo, la mayoría de las personas que se acerca a Torreblanca va buscando alquileres baratos de entre 300 y 400 euros, que sólo se encuentran en la periferia. “De ese precio hay poco y está muy mal”, aclaran desde la inmobiliaria.
Consultados por El Faro sobre si ven la luz al final del túnel, en Torreblanca creen que todavía falta un poco, aunque mejoría, haberla, hayla. En cualquier caso, “los bancos tienen la última palabra”, dicen.
Con esta opinión coinciden en Administraciones Ánfora. “Estamos un poquito mejor que el año pasado. Hay gente que entra a preguntar. No compra, pero ya se nota interés por el mercado inmobiliario. En los años malos de la crisis no entraba nadie”, recuerdan.
En esta línea van también las declaraciones de la Asociación de Empresarios de la Construcción de Melilla. “Vemos gente que pregunta, gente que quiere saber precios, pero los bancos no aflojan. Nadie tiene 160.000 euros en la mano para comprar una casa. Como no les dan el préstamo, siguen viviendo aunque sea en una jaima”, afirman.
Mañana, corte en la calle Álvaro de Bazán
La Ciudad Autónoma informó ayer de que como consecuencia del avance en la ejecución de las obras que se están realizando para la renovación de la red de saneamiento y aguas en el barrio del Industrial y según la planificación prevista, desde mañana miércoles 25 de junio se cierra al tráfico de vehículos el tramo de la calle Álvaro de Bazán comprendido entre los cruces de dicho vial con Plaza de la Goleta y calle Marqués de los Vélez, con una duración aproximada de cuatro semanas. En la misma actuación se cerrará al tráfico rodado el acceso a Plaza de la Goleta desde la calle General Astilleros.