EL diario marroquí Al Ajbar publicó ayer la foto de un yihadista identificado como Mohamed Hamduch, residente en la ciudad de Castillejos, cercana a Ceuta.
El terrorista posa con cinco cabezas cortadas a soldados del Ejército sirio.
La noticia nos toca de cerca, sobre todo, porque el muyaidín habría sido captado para la guerra santa desde Melilla presuntamente por Mustafa Maya Amaya, el cabecilla de lo que el Ministerio del Interior denominó en marzo la mayor red de captación de terroristas desarticulada en España.
Mohamed Hamduch, además de mostrar como trofeos las cabezas de los cinco soldados decapitados en la guerra de Siria, amenaza desde Internet con la conquista del Marruecos islámico. De ahí, el celo con que el país vecino encierra en prisión a los retornados de las zonas en conflicto.
Estas manifestaciones de Hamduch encajan con algunos detalles de la investigación llevada a cabo en Melilla por la Policía Nacional y la Guardia Civil, que apuntan a que los supuestos yihadistas detenidos en la ciudad, pretendían atentar en territorio marroquí.
Lo que no sabemos es si la red dirigida por Mustafa Maya Amaya, desde su casa de La Cañada, guarda alguna relación con la operación policial llevada a cabo la semana pasada en Melilla.
De ser dos operaciones independientes, el mensaje que se ha enviado a la opinión pública, se mire por donde se mire, hace pensar que en el barrio anida el fundamentalismo, algo que está por demostrar en los juzgados.
Ayer la Comisión Islámica de Melilla reunió a un grupo de personas frente a la mezquita blanca de La Cañada de Hidum para volver a defender la inocencia de los seis vecinos detenidos hace una semana en el barrio, acusados de pertenecer a una red terrorista, según el juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu, que los ha enviado a prisión sin fianza.
El colectivo musulmán reclama el respeto a la presunción de inocencia y pide que pare el linchamiento mediático y, sobre todo, en las redes sociales, en las que se cuelan, incluso, insultos racistas, siempre amparados en el anonimato que tanto gusta en una ciudad en la que a mucha gente le aterra dar la cara.
No es la primera vez que desde La Cañada se denuncian redadas policiales desproporcionadas, especialmente desde que se produjo el relevo en la cúpula de la Jefatura Superior de Melilla. Entre otras razones porque antes de la llegada de los nuevos jefes, el barrio era poco menos que intocable.
Tampoco es la primera vez que vecinos de La Cañada reclaman respeto a la presunción de inocencia de unas personas que ellos consideran inocentes.
Habrá que esperar a que la Justicia actúe y diga si finalmente hay pruebas de que el barrio representa un peligro para la seguridad nacional o si la ‘operación Javer’ ha sido un espectáculo de fuegos artificiales para gloria mediática de sus organizadores.