Asegura que nunca ha tenido problemas con la Policía, pero los agentes explicaron cómo el procesado se atrincheró en su casa en La Cañada y amenazó con un cuchillo a su esposa.
Antes de que el juez de lo Penal nº2 le expulsara de la sala por no mantener el orden, el acusado de un delito de atentado, otro de coacciones y una falta de lesiones prefirió salir al pasillo por su propia voluntad. Estuvo a punto de perder los nervios al escuchar a varios agentes de la Policía Nacional declarar en el juicio por unos hechos que ocurrieron hace 4 años. Como se dice popularmente, ‘la sangre no llegó al río’ y entre el abogado defensor y el juez consiguieron que el procesado, de iniciales B.B.M., entrara en razón y continuara el juicio.
Parecía que iba a ser un juicio largo, pues estaban citados a declarar, además del acusado, 19 agentes de la Policía Nacional y Local, pero solamente hizo falta la declaración de tres de ellos para dejar el caso visto para sentencia.
El procesado negó los cargos contra él y aseguró que “toda La Cañada es testigo” de que él nunca ha tenido ningún problema con la Policía. Únicamente explicó que los agentes entraron en su casa el 17 de julio de 2010 y de un golpe que recibió, perdió el conocimiento. Por ello, dijo no recordar con claridad los hechos ocurridos ese día.
Sin embargo, los tres agentes de la Policía Nacional que intervinieron en la detención de B.B.M. explicaron al juez con detalle todo lo que aconteció en la noche del 17 de julio de hace 4 años.
Según la declaración de los agentes, fueron llamados por una agresión con arma blanca que se había producido en La Cañada. Allí encontraron a un hombre con un corte en el glúteo, pero éste no presentó denuncia. Encontraron a B.B.M. en la calle principal del barrio “con el torso descubierto y con dos cuchillos de grandes dimensiones en cada mano”.
Atrincherado en su vivienda
El acusado la emprendió con los coches policiales, por lo que los agentes ni siquiera se bajaron de sus vehículos. Volvieron a la Jefatura para comunicar la situación a su superior directo, cuando un ciudadano llegó denunciando que una persona con cuchillos en la mano había amenazado a varias personas que celebraban una boda en La Cañada.
Al volver los efectivos, el procesado, siempre según la declaración de los agentes, se había atrincherado en su casa y amenazaba a los policías que intentaron dialogar con él para que depusiera su actitud. “Parecía que había consumido algún tipo de sustancia porque estaba muy exaltado”, apuntó uno de los policías.
Eran ya las 23:30 horas cuando el procesado abrió la puerta de la vivienda y apareció con su esposa agarrada por el cuello. Amenazó con matarla con los cuchillos que seguía portando en sus manos y ambos volvieron a meterse dentro de la vivienda. Los agentes explicaron que desde las ventanas B.B.M. comenzó a tirar objetos e incluso muebles.
El altercado finalizó cuando los agentes entraron a la fuerza en el inmueble utilizando un ariete. En el interior encontraron múltiples obstáculos que supuestamente habían sido colocados por el acusado y en el dormitorio principal le encontraron junto a su esposa, que estaba “atemorizada” y, además, estaba embarazada, como supieron posteriormente.
La madre del acusado ayudó a la Policía Nacional
La madre del acusado estaba citada también como testigo en el juicio, pero finalmente no declaró, pues tras la declaración de tres agentes de la Policía Nacional que intervinieron en la detención de su hijo hace cuatro años, la Fiscalía renunció al resto de testigos.
El papel de la madre del procesado fue clave para que la Policía Nacional pudiera detenerle. Ella y otro de sus hijos explicaron a los agentes cómo era la vivienda por dentro y la distribución de las diferentes estancias, según explicó uno de los policías. Además, les dio las llaves de la puerta principal para facilitar su entrada, pero cuando los efectivos policiales hicieron el amago de abrir la puerta se percataron de que ésta estaba bloqueada desde el interior. Fue por ello que se vieron obligados a utilizar un ariete para poder acceder al interior.
Tanto la madre como uno de los hermanos del acusado informaron a la Policía de que el acusado tenía un perro que era agresivo, concretamente un pitbull, por lo que los agentes solicitaron el apoyo de la unidad cinológica del Cuerpo. Cuando entraron en la vivienda encontraron al pitbull en una de las habitaciones, pero su dueño, es decir, el acusado se encontraba en otra parte de la vivienda.
El juicio concluyó con los alegatos finales. La Fiscalía solicitó tres años de prisión para el procesado por un delito de atentado a la autoridad, un año de prisión por un delito de coacciones y 720 euros de multa por una falta de lesiones. Sin embargo, el abogado defensor explicó al juez que, dado el relato de los hechos realizado por los agentes, éstos serían constitutivos de un delito de resistencia únicamente.