Son ya 200 años que han pasado volando como un suspiro, a la velocidad que pasa el tiempo para quienes llevan un ritmo de actividades y entrega difíciles de igualar. Son ya 200 años ‘compartiendo trinchera’ con otros Servidores públicos de la seguridad, como son las Fuerzas Armadas y el Benemérito Instituto de la Guardia Civil. Son ya 200 años de entrega y Servicio a una sociedad que ha evolucionado mucho, a la que ha ido adaptándose en cada época, sin perder nunca sus señas de identidad.
Son ya 200 años, de los que durante diferentes períodos han compartido (de diversas formas) el carácter militar con las Fuerzas Armadas y la Guardia Civil, complementando sus cometidos con los de éstas. Son ya 200 años…y esperemos que, al menos, le queden por cumplir 200 años más.
Cuando aún permanecen en nuestras retinas (y en nuestros corazones) las imágenes y momentos vividos el pasado sábado en el centro de la Plaza de España de nuestra querida Melilla, es momento de describir, en unas líneas, un viaje por la historia de este querido cuerpo policial.
Brilla en mis ojos luz serena de templanza
Late en mi pecho firme el pulso del honor
Tienden mis manos un apoyo sin distancias
Corre en mi sangre como un rio la pasión
Tras la firma de una Real Cédula, el 13 de enero de 1824 se iniciaba la andadura de la ‘Policía General del Reino’, primer antecesor del actual Cuerpo Nacional de Policía, bajo el reinado de Fernando VII, que integraba al personal ‘profesional’ (Superintendente General, Secretario, el Tesorero, Comisarios de Cuartel, y los Celadores de Barrio y de Puertas) y al ‘semi profesional’ (Alcaldes de Barrio).
Tras ese inicio, la evolución del cuerpo ha sido constante y es ya en el siguiente año (1825) cuando sufre su primera transformación, al organizase un Regimiento de caballería, como fuerza auxiliar de la Policía General del Reino, que recibe la denominación de ‘Celadores Reales’, a las órdenes de los Comisarios, pero solo dura dos años.
En 1833 y al inicio del reinado de Isabel II, se organiza un nuevo cuerpo uniformado, los ‘Salvaguardas Reales’, que asume misión de conservar el orden ciudadano en Madrid y sus alrededores. Su existencia va a ser también breve.
Forjan mi espíritu la Ley y la Justicia
Son el motivo de mi noble voluntad
Surge el coraje como brisa que acaricia
Para velar por el Derecho y la Verdad
Ya en 1844, con tan sólo 20 años de existencia, se crea ahora el ‘Ramo de Protección y Seguridad’, que, además, recuperaba los desaparecidos cargos de Comisario y Celador, siendo este último un cargo que caracterizaba, entre otras cosas, por permanecer de servicio durante la noche, al colocar, en la puerta de su domicilio, un farol que alumbraba un cartel con el anuncio de la ‘Celaduría de Protección y Seguridad’.
Es ya en 1868, tras el destronamiento y exilio de Isabel II, cuando se instituye el ‘Cuerpo de Orden Público de Madrid’ que ofrecía sus servicios inicialmente en dicha capital y posteriormente en toda España.
En 1873, proclamada la República, vuelve a reorganizarse la ‘Policía Gubernativa y Judicial’. Tras la publicación de un R.D. en 1877, se repartirían las funciones policiales de ‘Vigilancia’ (a cargo de un cuerpo, el ‘Cuerpo de Orden Público’, de empleados civiles) y ‘Seguridad’ (a cargo de un cuerpo organizado de forma similar a los cuerpos militares). Así mismo, en ese R.D. ya se reparten territorialmente las zonas de responsabilidad de la Guardia Civil y el ‘Cuerpo de Orden Público’.
Es en 1886 se crearía la primera ‘Dirección General de Seguridad’ y se extiende al resto de España la jurisdicción de dicho ‘cuerpo de Orden Público’, con algunas excepciones de forma temporal.
Policía Nacional
Mi corazón no conoce el desaliento
Tesón de hierro sostiene los cimientos
De la Concordia, el Respeto y la Igualdad
Es en 1908, con la firma de la Ley Orgánica de la Policía Gubernativa, cuando se avanza de forma acusada en su organización y en el estatus de sus componentes, en ambos Cuerpos, el de ‘Vigilancia’ y en el de ‘Seguridad’, cuyas denominaciones pasaron a ser, ya en 1932, las de ‘Investigación y Vigilancia’ y ‘Seguridad y Asalto’.
Tras la guerra civil, se organiza la institución en dos cuerpos, como eran el ‘Cuerpo General de Policía’ (de carácter civil) y la ‘Policía Armada y de Tráfico’ (uniformado, de naturaleza militar)
Tras la transición, a finales de 1978, se produce otra gran transformación de esta institución, pues se ajusta su organización en base a los dos cuerpos existentes, pasando a denominarse ahora ‘Cuerpo Superior de Policía’ (en base al Cuerpo General de Policía) y el ‘Cuerpo de Policía Nacional’, (en base a la Policía Armada y de Tráfico), manteniendo, básicamente, sus funciones y naturaleza civil o militar.
Policía Nacional
Misión audaz para un mundo más seguro
Labor tenaz en defensa del futuro
De los Valores, y la Paz en Libertad
Pero es que, además, en ese 1978 acceden al Cuerpo Superior de Policía, por oposición, las primeras mujeres, que ascenderían al año siguiente a Inspectoras de Policía, abriendo la senda de la integración de la mujer en dicho cuerpo. No fue hasta 1984 cuando ocurrió algo similar en el Cuerpo de Policía Nacional, con el ingreso en dicho cuerpo de 53 mujeres.
Sería ya en 1986 cuando, al amparo de una Ley Orgánica, se definiera el modelo de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que se mantiene hasta nuestros días, integradas por el Cuerpo Nacional de Policía (integrando los dos cuerpos existentes en uno solo) y la Guardia Civil.
Durante estos ya 200 años, en mayor o menos medida, la Policía nacional (en cualquiera de sus denominaciones) ha basado su Servicio diario en valores o fundamentos tan contundentes como: la formación individual de sus componentes; la especialización de sus diferentes unidades y la cooperación a todos los niveles. En los últimos años, ha sumado a estos pilares, la plena integración de la mujer en su seno, en igualdad de oportunidades y la transformación digital.
Aura de júbilo cautiva mi semblante
Siempre que afronto el Servicio y el Deber
Mi pundonor se torna seña y baluarte
Cuando es preciso al Ciudadano proteger
Durante estos ya 200 años, junto con otros cuerpos policiales, la Guardia Civil y las Fuerzas armadas, han procurado, por todos los medios, proporcionar a los españoles un marco de convivencia mejor. Es ahí donde nuestro irrenunciable orgullo de ser lo que somos, lo que sentimos, lo que vivimos; nuestro orgullo de ser españoles, nos obliga a reconocer su desvelo y sacrificio diario, totalmente desinteresado, pero conocedor de los riesgos que comporta su forma de Servicio, ya que no es un trabajo normal a cambio de un salario normal, sino una forma de vivir y de Servir, una entrega a cambio de sentirse necesarios, queridos, apreciados… ¡Y vaya si lo son!
Visto de España con orgullo su Bandera
Doy por su bien hasta la vida sin dudar
Con la Razón como horizonte y compañera
El mal combato con valiente Lealtad
Estas estrofas del himno de nuestra Policía Nacional, ‘Tesón de Hierro’, sembradas en este texto nos dejan muy clara sus cualidades como Servidores. Tan cristalinas como sus objetivos, remarcados sin doblez en su estribillo central y que les sirven de guía en su actuación diaria.
Y es que estamos convencidos de que en todas sus acciones, en el desempeño de los múltiples y complicados cometidos que reciben, para restablecer la normalidad, nuestra normalidad y el orden público, reina la mesura, el autocontrol (tan difícil en ocasiones), el patriotismo y que los, a menudo insalvables, efectos colaterales de sus acciones (frente a quienes atacan lo que ellos defienden), inciden en sus corazones como astillas más que en nadie, pues defienden a todos: a quienes les aplauden o a quienes les denuestan; a quienes les necesitan o a quienes no quieren verles cerca; a los Españoles o a quienes nos visitan; defienden a todos.
Desde las Filas de la Comandancia General de Melilla, como ciudadanos y como Servidores públicos también, no podemos sino reconocer su inestimable aportación a nuestra Ciudad, a nuestra Patria, a España, con el objetivo de recompensaros con lo único (y lo mejor) que podemos daros; con lo único que sabemos entregaros a todos vosotros; con lo único que os motiva en el deber y os reconforta; con lo único que sabemos podéis aceptar; os testimoniamos nuestro respeto, nuestra complicidad y nuestra admiración. No os sintáis solos ni por un mínimo instante, pues no lo estáis.
A los hombres y mujeres que forman a diario, o en las interminables noches, en las filas del Cuerpo Nacional de Policía, patrullando en nuestras vidas, con el agradecimiento de todos los que nos beneficiamos de su sacrificio, con la admiración y el cariño de todos y muy especialmente, en nuestro caso, de sus compañeros de las Fuerzas Armadas.