La escalada en la que se encuentra la inflación no tiene visos de acabar todavía. Los últimos datos que se van recibiendo no invitan precisamente al optimismo. De hecho, el combustible alcanza ya niveles históricos con el gasóleo casi a 2 euros el litro. Esto hace que la ayuda de los 20 céntimos establecida por el Gobierno se esté quedando prácticamente en nada, sobre todo, ahora que se anuncia que solo repercutirá en las familias más vulnerables, sin que todavía sepamos cuál será el criterio para decir quién sí y quién no está en una situación difícil económicamente hablando.
Mucho nos tememos que la vida siga encareciéndose y que nuestro dinero continúe perdiendo valor en los próximos meses. En el primer trimestre del año, el PIB apenas si se incrementó en tres décimas (0,3%) y el Gobierno se ha visto obligado a corregir sus previsiones de crecimiento, pasando de un 7% a un 4,3%. Las cosas no parecen ir precisamente bien en la economía española.
Y eso lo estamos notando todos porque la cesta de la compra sube cada día, principalmente en los productos frescos. Difícil, por no decir imposible, es encontrar a alguien que no proteste por el incremento de los precios, que surge del encarecimiento de las materias primas, como la electricidad y los carburantes.
Tal y como están las cosas no sería descabellado pensar en la oportunidad de una bajada de impuestos que dé un respiro a la clase media. El Gobierno ha conseguido una recaudación extra por la inflación que podría devolver a los españoles vía fiscal. Estamos hablando de unos 7.000 millones de euros que en el bolsillo del ciudadano seguro que podría aliviar muchas economías familiares y que, en definitiva, el Ejecutivo no tenía previstos en sus presupuestos anuales.
El problema en este caso es que el Gobierno no parece muy dispuesto a una rebaja fiscal. Mientras tanto, los españoles asistimos a una locura de precios que hacía décadas que creíamos superada y esperamos deseosos medidas que nos ayuden a salir de esta espiral que no nos conduce a nada positivo en un futuro próximo.
La economía se ralentiza y el propio Gobierno lo ha reconocido recortando el crecimiento en casi 3 puntos. En situaciones como ésta habría que ir pensando en un Plan B que saque a los españoles de esta eterna cuesta de enero.
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