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Viéndolas venir

LA Dirección General de la Guardia Civil ha hecho un balance anual del arribo de pateras a España a lo largo de este año, que arroja que la llegada de inmigrantes irregulares se ha estancado en la península y continúa creciendo en las fronteras de Melilla y Ceuta. Hasta ahí, nada nuevo bajo el sol. Desde este verano sabíamos, porque así lo adelantó el delegado del Gobierno, Abdelmalik El Barkani, que la presión migratoria en la ciudad iría a más y que íbamos a terminar 2013 superando los números de 2012. Así ha sido. Pero llama la atención el hecho de que la Dirección General de la Guardia Civil achaque el “estancamiento” de la llegada de pateras a la península a la colaboración entre España y Marruecos.
Este argumento debería parecernos endeble, entre otras cosas, porque deja en evidencia que esas magníficas relaciones bilaterales  no son tan magníficas en el caso de las ciudades de Melilla y Ceuta. ¿Por qué aquí sigue aumentando la llegada de inmigrantes irregulares y los números bajan en la península? ¿Es que en nuestro caso Marruecos no colabora?
Todo apunta a que además de las omnicomprensivas relaciones entre España y Marruecos hay algo que funciona en el Mar de Alborán que no está funcionando en Melilla (por falta de medios, según los sindicatos policiales y de guardias civiles) y es el aumento de efectivos y de la vigilancia marítima desde un centro  de control y vigilancia que ha dejado a Francia y a Italia boquiabiertos.
Está claro que la mayoría de los inmigrantes que saltan la valla, lo último que quiere es quedarse en Melilla. Todos sueñan con llegar a la península adonde son trasladados, paradójicamente, para proceder a su expulsión de España. Pero el que inventa la Ley, inventa la trampa. Muchos inmigrantes no pueden ser devueltos a sus países de origen porque sus gobiernos no tienen convenios de colaboración firmados con España. Así que tras demostrar que no son del país del que dicen ser para conseguir que les trasladen a un Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE), les dejan en libertad en la península.
En definitiva que la inmigración irregular ha ido a más este año en Melilla. Eso estaba en nuestros planes. Lo que aún no ha entrado en ellos es una estrategia para hacer frente a la hambruna y las guerras del Sahel y Siria y a la ola de desplazamientos de personas que por motivos obvios estas crisis provocan.
Seguimos de este lado de la valla, viéndolas venir, cada vez con menos guardias civiles y policías nacionales. Así, todo va a más.

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