Nos van a volver locos con la vacuna de AstraZeneca. Que si ahora sí, que si ahora no, que si desde hoy sólo para los mayores de 60 años. A estas alturas no sabemos qué va a pasar con los melillenses que se han puesto la primera dosis, entre ellos muchos miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado destinados en Melilla. Nadie sale a dar explicaciones. Nadie les aclara si recibirán otras dos inyecciones de otra farmacéutica o si les pondrán la que les falta de AstraZeneca.
Esta confusión con la vacuna alimenta a los negacionistas. De hecho estos días hemos escuchado a la consejera de Educación de Murcia, tránsfuga de Vox, decir que no se piensa inyectar porque cree que las farmacéuticas están experimentando con la población. Como si esto fuera Rusia, cuya vacuna Sputnik, por cuestiones éticas, no se ha aprobado en Europa. La UE desconfía de que la Fase III se haya superado allí utilizando voluntarios. Por lo que sabemos, se probó con militares y funcionarios que trabajan para el Gobierno, lo que pone en tela de juicio esa supuesta voluntariedad.
Sin embargo, autoridades europeas (entre ellas, de autonomías españolas) ya se han planteado o se están planteando comprar vacunas a los rusos para inmunizar cuanto antes a todos y, de esta forma, salvar la economía. Es complicado decidir.
Para los negacionistas tenemos un argumento infalible. Suponiendo que sus temores se hagan realidad, si la mayoría de la población mundial se va a vacunar y ellos creen que quienes se inmunicen van a sufrir algún tipo de mutación genética o incluso a morir, ¿para qué quieren quedarse vivos y solos? ¿Para empezar de cero al estilo vikingo?
Gracias a Dios, a pesar de que en Melilla tenemos políticos muy, pero que muy extravagantes, en esta ciudad todavía no se ha quitado la careta ningún negacionista. Es más, de momento, a la vacunación no podemos ponerle pegas.
Y mira que me asusté cuando al principio vimos que en Melilla se ponían más vacunas de las recibidas. Conociendo bien el percal mi primera reacción fue pensar: “No saben ni mentir ni contar”, pero luego supimos que fuimos pioneros en el aprovechamiento de los viales. Así que chapó.
El hecho de que todo vaya sobre ruedas ha influido, además, en que en esta ciudad no pase como en Cartagena, que la mitad de las personas que fueron llamadas a vacunarse en Semana Santa no acudió a su cita.
Es por tanto, motivo para felicitarnos. Aquí, al menos con los datos que facilita el Gobierno, no estamos teniendo problemas con el proceso de inmunización. De hecho, CpM pidió la semana pasada, en el Consejo de Gobierno deliberativo, al que no acudió el PSOE, solicitar al Ministerio de Sanidad dosis suficientes para alcanzar cuando antes la inmunidad de rebaño que ya tienen, en Israel, desde que consiguieron vacunar al 25% de su población.
Algo similar se ha hecho en Gibraltar y eso es lo que los cepemistas quieren para Melilla. Con una pequeño matiz. Israel pagó las vacunas a precio de oro para tenerlas primero que el resto. Nosotros no queremos pagarlas con dinero asignado a nuestras cuentas autonómicas. Queremos que lo pague el Estado.
Yo también quiero la inmunización de rebaño, pero para toda España. ¿Por qué tendría que priorizar el Gobierno de nuestro país, que es el Gobierno de todos los españoles, la vacunación masiva en Melilla y no a Canarias o Baleares o incluso en la Junta de Andalucía que ha entrado de lleno en la cuarta ola de la pandemia?
Pedirlo, se puede pedir. Pero conseguirlo, me temo que no. Sería un escándalo que el Gobierno priorizara determinados territorios. ¿En base a qué? ¿A su insularidad? ¿A sus malos datos económicos? ¿Al porcentaje de población mayor que tiene empadronado? Es complicado.
Lo que sí tenemos seguras parecen ser esas 10.000 dosis de vacunas que dijo Gloria Rojas que llegarán a la ciudad. Se trata de la misma cantidad que hemos recibido desde que a finales de diciembre empezó la vacunación en las autonomías españolas. Pero siguen siendo insuficientes, por mucho que estiremos los viales.
Hay que, por tanto, presionar al Ministerio de Sanidad para que, a su vez, presione a Europa. Necesitamos más vacunas. Lo que falla es el suministro y nos preocupa porque a estas alturas, la Unión Europea no nos ha enseñado los contratos firmados con las farmacéuticas ni los compromisos que éstas han adquirido con la UE.
Al final, vacunarnos todos a la vez para salir a la vez de la pandemia y de la crisis económica se ha convertido en una quimera. Reino Unido ha ganado con la vacunación masiva la batalla mediática del Brexit. Se separaron y van mejor que nosotros, los que nos quedamos. Y eso hay que solucionarlo. No sólo para poder tener un relato sino, sobre todo, para poder competir con Estados Unidos, que lleva un ritmo de vacunación de entre 3 y 4 millones de personas al día.
Tenemos que ponernos las pilas. No está en manos de Melilla solucionar el problema. Pero hay que pedir desde abajo. Tocar puertas, aunque sepamos que no se van a abrir. Que por nosotros no quede.