El director de la Residencia de Mayores de la ciudad, Diego Cobos, ha aprovechado que se celebraba allí la Feria y la vuelta a la normalidad tras el covid para soltar la noticia de que se reducirán a 100 las plazas disponibles en las instalaciones. Aludía con ello a poder prestar una mejor servicio a los residentes y ponía todo el énfasis en asegurar que “hay un proyecto de cambio de modelo asistencial que se va a llevar a nivel de toda España con una atención mucho más personalizada, donde la familia se va a implicar”. Lo que no precisó es en qué va a consistir ese cambio porque se quedó exclusivamente en el anuncio de lo que está por llegar.
Lo curioso de todo esto es la actitud que ha decidido tomar el Imserso con la Residencia de Mayores de Melilla. Es decir, en vez de cubrir las 25 plazas vacantes y mejorar así el servicio, se opta por reducir el número de personas que pueden ser atendidas en el centro. O sea, el mundo al revés. Lo normal es que el Imserso procure aumentar la plantilla para que así no haya una lista de espera kilométrica para obtener el servicio. Pero no, aquí se acorta el número de residentes bajo el argumento de que los que queden reciban una mejor atención.
La Residencia de Mayores del Imserso en Melilla lleva ya unos meses centrando las críticas de residentes y familiares. A la falta de personal se unen otras circunstancias como la comida o la falta de climatización, entre otros problemas. Todavía no se han escuchado soluciones y cuando dan alguna es para anunciar que se reduce el número de personas que se van a atender en estas instalaciones que, a decir de sindicalistas y expertos en la materia, tenía todo a su favor para haberse convertido en unas de las mejores de España.
Rebajar de 160 a 100 las plazas de la Residencia y no contratar las vacantes que existen no es la mejor solución y seguro que el Imserso lo sabe. Melilla tiene 85.000 habitantes y necesita disponer de un servicio en condiciones para garantizar el bienestar de nuestros mayores. Que solo cien de ellos puedan disponer de una Residencia pública es claramente insuficiente y merece una reflexión por parte de los responsables del Imserso que, antes de poner en marcha proyectos nuevos que impliquen a las familias, deben cubrir las plantillas necesarias para que la Residencia de Mayores funcione como se espera de ella.