Categorías: Editorial

Una pesadilla para la COA

La Cooperativa Omnibus de Autobuses (COA) ha sufrido en las últimas semanas ataques que, pese a su gravedad, no habían tenido consecuencias en forma de lesiones para sus conductores.

Así ocurrió a comienzos de mayo, cuando varios autobuses fueron apedreados en distintas zonas de la ciudad, aunque, por fortuna, ninguno de los proyectiles empleados por los violentos impactaron en ninguna persona.
Ayer, sin embargo, el problema dio un peligroso paso hacia delante. A primera hora de la mañana, en la línea 6, la que cubre la ruta entre la plaza Torres Quevedo y Mariguari, el conductor de un autobús sufrió una agresión que causa escalofríos.
Cuando este vehículo de servicio público se encontraba en la calle Vía Láctea, cerca de Los Pinares, cinco desconocidos con oscuras intenciones empezaron una auténtica pesadilla para el hombre que se encontraba al volante.
Primero se subieron dos de estas personas, que intentaron entretenerlo para desviar su atención del resto de compinches. Cuando estos últimos accedieron al bus, los tres con sus rostros cubiertos por bufandas, dos de ellos amenazaron al conductor con unos machetes y le exigieron que les entregara el dinero de la caja.
Al ser la hora que era, apenas había recaudación. Tras ello, los asaltantes arrebataron a su víctima su mochila y unas gafas de sol graduadas. Pero, no contentos con esto, siguieron reclamándole dinero. Al no obtenerlo (casi no lo había), uno de los agresores fue aún más lejos.
Armado con su machete, arremetió contra el hombre indefenso, quién sólo pudo oponer resistencia con su brazo derecho para evitar las peores consecuencias. El ataque le causó un corte en el brazo del que brotaba sangre en abundancia. Después, los delincuentes emprendieron la huida.
Por fortuna, la herida no era profunda y el conductor, con quien El Faro mantuvo una entrevista que publicamos hoy, pudo ser curado en Urgencias del Comarcal.
Sin embargo, la gravedad del suceso ha empujado a la COA a suspender “de forma indefinida” el servicio de la línea 6, en la que justo un día antes había sido agredido con un botellazo otro compañero.
Los conductores de autobuses llevan tiempo trabajando con miedo a ser agredidos por irresponsables que sólo entienden el lenguaje de la violencia. Por ello, es primordial que la Ciudad tome cuanto antes cartas en el asunto y adopte las medidas necesarias para proteger a estos trabajadores.

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