El cine puede hacernos soñar y puede ayudarnos a construir familia en esta Navidad. El Faro entrevista a Alfonso Méndiz, catedrático de Comunicación Audiovisual y decano de la Facultad de Comunicación en la Universidad Internacional de Cataluña. Es autor de 16 libros sobre el cine, la publicidad y los medios de comunicación.
-Se acerca la Navidad y en este tiempo pronto veremos aparecer un género de películas que denominamos navideñas. Pero, ¿todas lo son? Quiero decir, ¿qué es lo propio de una película navideña? ¿Basta con que transcurra en invierno, en vacaciones y con nieve alrededor?
-Lo propio del “género navideño” es el mensaje que transmite y ese mensaje se resume en tres puntos: Redención. Las historias de la Navidad tratan temas como el perdón, la reconciliación, la vuelta a la amistad, o a la esperanza, o al amor. Cómo vemos en Cuento de Navidad, de Dickens, que ha tenido muchas versiones cinematográficas. Esa reconciliación se escenifica en algún tipo de reencuentro: amigos, o novios, o familias que han estado separados vuelven a la amistad, a la convivencia, a superar lo que divide.
-El mejor de todos los regalos alrededor de cualquier árbol de Navidad es la presencia de una familia feliz...
-Exacto. Es un típico tema de estas fiestas. Como los anuncios navideños de turrones El Almendro, que siempre nos animaban a volver a casa por Navidad. Y conecta con los temas cristianos: no hace falta contar la vida de Jesús, pero sí mostrar algo de su mensaje: amor, paz, reconciliación, entrega a los demás. Estamos recordando la venida de Cristo, eso es lo que celebramos, no las vacaciones de invierno. Por eso ni los renos, ni los abetos, ni Papá Noel hacen que una película sea navideña, sino el mensaje que Cristo ha traído al mundo: la conversión, la vuelta al amor. Eso es lo que convierte a una película en navideña.
-En Navidad tenemos más tiempo para ver películas. ¿Contribuyen las circunstancias externas a disfrutar de este género navideño?
-Sin duda. La Navidad es el momento para la reunión familiar, es un tiempo frío y gélido que invita a pasar tiempo en casa y compartir momentos mágicos con la familia: cantamos villancicos, asistimos a representaciones, ponemos el Belén… Hay también más tiempo para el ocio, pero en vez de consumir horas en las videoconsolas o en el móvil, una actividad estupenda es ver películas navideñas en familia: una oportunidad para hacer familia y para reforzar la influencia de los padres, que se concreta en la elección de buenas películas y en el comentario del argumento, que ayuda a extraer todo el sentido la trama y a que cada hijo sepa aplicarlo a la propia vida.
-¿Podría aconsejarnos algunas películas clásicas del género navideño?
-La más clásica de todas es Qué bello es vivir (1946), que hace años fue elegida por los críticos como “la película más inspiradora de todos los tiempos”. Cuenta la historia de un hombre que toda su vida ha renunciado a proyectos personales para ayudar a su comunidad; pero ahora todo se ha ido a pique y, desesperado, va a un puente para arrojarse al agua. Es la noche de Navidad y de repente surge la magia: un ángel que todavía no se ha ganado las alas, le hará ver cómo hubiera sido la vida de su familia y sus amigos si él no hubiese existido. Y entonces se convierte, y vuelve a la esperanza, a la familia y al amor. Su grito: ¡Qué bello es vivir! es un mensaje universal que sigue cautivando a todas las generaciones.
Otro clásico navideño es De ilusión también se vive (1947), centrada en un anciano que hace de Santa Claus en unos almacenes y que, gracias a su simpatía, hace ver a la gente el sentido profundo de la Navidad: no es tiempo de consumismo y comidas, sino de generosidad y entrega. También navideña es la cinta Crónicas de Narnia (2005), una preciosa historia en la que varios niños devuelven la alegría al Reino de Narnia, que hasta entonces vivía un invierno perpetuo; y , por supuesto, también lo es Cuento de Navidad, que ha tenido más de 30 versiones cinematográficas, y que hizo fama con la cinta animada de Robert Zemeckis (2009): la historia de Scrooge, un hombre avaro y egoísta que experimenta una profunda transformación cuando le visitan tres fantasmas (pasado, presente y futuro) justo el día de Nochebuena. La cinta nos habla de la alegría de la conversión y de la necesidad de aprovechar el tiempo que se nos ha regalado poniéndolo en servicio de los demás.
-¿Y algunas películas más recientes?
-Me gustaría destacar La Natividad (2006), la historia evangélica de María y José en su camino a Belén, cuando va a nacer Jesús en la primera Navidad de la historia; y Maktub (2011), el encuentro de un hombre en una pésima situación personal que cambia su vida cuando, en fechas navideñas, se encuentra con un chico con cáncer terminal que tiene unas extraordinarias ganas de vivir. También son títulos para ver en familia, y fáciles de conseguir en las plataformas: Feliz Navidad, Family man o Un príncipe de Navidad; y para los más pequeños: Solo en casa, Frozen, Polar Express, Los Reyes Magos; Klaus y, muy especialmente, Se armó el belén.
-¿Qué consejo nos daría para ver películas esta Navidad?
-Sobre todo, verlas en familia y en un horario que todos puedan compartir. No que cada uno vea la suya en la tablet de forma aislada. Hay que presentar la proyección como un acontecimiento familiar: una película que a todos nos va a decir algo y que luego todos podemos comentar. No ver muchas, sino unas pocas que realmente inspiren, que transmitan optimismo y ganas de vivir esos días en familia. Películas cuyo mensaje de alegría, reconciliación y amor sean fáciles de asimilar por los niños y gratas de ver para los mayores. El cine puede hacernos soñar y puede ayudarnos a construir familia en esta Navidad.