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Ayer se encontró el cadáver de un joven en el interior de una batea en el puerto
Justo un mes después de que un joven argelino falleciera de forma trágica aplastado en el camión en el que se ocultaba, volvía a registrarse otro hecho luctuoso en el puerto. La Guardia Civil encontraba ayer el cadáver de un joven dentro de una batea.
Según los primeros pasos que han dado los investigadores del suceso, esta persona probablemente accedió al habitáculo que acabaría convirtiéndose en su tumba el jueves o el viernes pasados. A la espera de un informe forense que determine las causas del óbito, todo indica que el joven falleció asfixiado.
Por el momento, su cuerpo es un cadáver sin identidad. Sin nombre, sin nacionalidad, sin fecha de llegada a Melilla. Sólo hay una certeza: buscaba introducirse clandestinamente en un barco en busca de una vida mejor, pero acabó encontrándose frente a frente con la guadaña de la muerte, el riesgo que afrontan todos aquellos que intentan alcanzar de forma clandestina desde el puerto de Melilla el sueño europeo.
Hace tiempo la Autoridad Portuaria anunció medidas para evitar que inmigrantes sin documentación se cuelen en la zona de seguridad del puerto. Mientras se lleven a cabo esas obras, es necesario extremar las precauciones para evitar el acceso irregular de polizones, quienes no cejan en su intención de colarse en buques ni siquiera conociendo los graves riesgos que afrontan.
Antes de que el puerto cuente con un vallado más eficaz, es necesario tomar medidas preventivas. La Asociación Española de Guardias Civiles (AEGC) propone un aparcamiento reservado sólo para las bateas, que cuente con vigilancia y esté fuera del área de registro fiscal. Queda en manos de las autoridades estudiar esta propuesta y qué eficacia podría tener.