El otro acusado es un amigo suyo que venía a Melilla a comprar. El subsahariano fue rescatado por la Guardia Civil gracias al sistema de reconocimiento de latidos del corazón.
Un joven marroquí asumió toda la culpa de haber cruzado la frontera con un inmigrante oculto en un doble fondo practicado en el parachoques del vehículo que conducía. En el coche iba un amigo suyo, también acusado de tráfico de inmigrantes, quien declaró ante el tribunal de la Audiencia que venía a Melilla a comprar. La Fiscalía pedía para ambos 6 años de prisión. Sin embargo, dado el reconocimiento de los hechos rebajó su petición a la pena mínima prevista para este tipo de delito, 4 años.
Los hechos ocurrieron el pasado 18 de diciembre en la frontera de Beni Enzar. Los dos acusados, residentes en la localidad marroquí de Segangan, cogieron un taxi hasta Beni Enzar y allí se montaron en el coche donde estaba el inmigrante ya oculto en el doble fondo. Únicamente tenían que cruzar la frontera y entrar en Melilla. El acusado M.H. dijo que desde el principio sabía que había una persona oculta en el vehículo, pero precisó que él no fue el encargado de ayudar al inmigrante a esconderse ni conoce a las personas que lo hicieron. Negó haber cobrado 150 euros por el ‘viaje’.
Explicó que el segundo acusado, A. M., vive en Segangan y le invitó a acompañarle a Beni Enzar para después venir a Melilla a dar un paseo. El joven procesado aseguró que su amigo no sabía nada de la existencia del subsahariano escondido. El segundo acusado explicó al tribunal de la audiencia que acompañó a M. H. hasta Beni Enzar en un taxi. Su intención era hacer unas compras en Melilla.
Los dos acusados negaron haber intentado huir cuando la Guardia Civil halló y rescató al subsahariano del parachoques.
El propio inmigrante compareció en el juicio como testigo. Negó conocer a los dos acusados y aseguró que ellos no fueron las personas que le ayudaron a meterse en el doble fondo. También negó haber pagado dinero alguno para entrar en Melilla de esta forma. Por último, el inmigrante destacó que mientras estuvo metido en el parachoques tuvo miedo, pues el vehículo podría haber sufrido un accidente que le hubiera provocado inevitablemente la muerte.
Tres guardias civiles que rescataron al inmigrante explicaron que a simple vista no se percataron del doble fondo construido. Fue el sistema detector de latidos del corazón el que les alertó de la presencia de una persona en el vehículo. El juicio quedó visto para sentencia.
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