LAS agencias de viaje de la ciudad han tomado el pulso este verano a la clase media melillense y han dado su veredicto: Notan síntomas de la recuperación económica, pero sin aspavientos.
Los melillenses que este año se pueden ir de vacaciones han elegido, mayoritariamente, la Costa del Sol o la tropical granadina para pasar unos días.
Los que deciden viajar al extranjero, que son los menos, optan por las playas de Marruecos o el complejo Saidía.
Melilla, pese a los malos datos del paro y al incremento del número de familias que lo está pasando mal, se suma a regañadientes al carro de la salida de la crisis y lo hace entrando en las estadísticas del turismo nacional.
En el otro lado de la balanza están los viajeros que este año elegirán la ciudad para pasar sus vacaciones de verano.
Según foros y páginas de Internet especializadas en Turismo, la gastronomía es lo que más aprecian de la Melilla los turistas.
Ganan enteros el típico pescaíto frito y las tapas y platos bereberes, que conquistan paladares acostumbrados a la sobriedad con su explosión de sabores y sus rebozados inigualables.
Sin embargo, ni hoteles ni playas salen bien parados en las webs de Turismo. Los primeros porque al estar llenos de policías y guardias civiles, que vienen a la ciudad a reforzar el perímetro fronterizo y tienen sus horarios y sus rutinas, dan la impresión al visitante de estar “en un cuartel”.
Las segundas, por su parte, no terminan de ser atractivas para los que vienen de fuera, pese a que Melilla es de las autonomías que se sigue dejando la piel en Fitur con su promoción de sol y playa.
Para la gran mayoría de los que han visitado la ciudad y han dejado su opinión en las webs especializadas en Turismo, un paseo por El Pueblo, las Cuevas del Conventico y cala Trápana son una delicia para los sentidos.
Nada como subir por la puerta de La Marina escuchando, de fondo, la llamada a la oración de las mezquitas.
Melilla es una gran desconocida a la que ahora los turistas miran con curiosidad porque día sí y día también estamos en la tele por los saltos a la valla. Deberíamos hacer de la necesidad virtud.