Melilla se despertaba ayer con otra noticia de vandalismo en sus calles. A lo largo de la madrugada, un grupo de personas, sin nada mejor que hacer, se dedicó a prender fuego a contenedores y a destrozar mobiliario urbano.
Lo peor de todo es que, al fin y al cabo, a quienes están perjudicando estos alborotadores es a sus propios vecinos, que seguro que no ven con buenos ojos tener, por ejemplo, una zona menos de recreo para niños.
El primero de estos sucesos tuvo lugar a las 4:00 horas, cuando un ciudadano dio el aviso al ver un coche en llamas en la calle Doctor Miguel Gómez. Este hecho, en un principio, se podría haber interpretado como fruto de la casualidad o de la mala suerte. Sin embargo, al empezar otro fuego pocos minutos después, la posibilidad de que no fuera vandalismo se fue esfumando.
Fueron los mismos agentes de Bomberos los que se desplazaron desde la citada zona hasta la carretera de la Vía Láctea, en la Cañada, donde había un contenedor en llamas. Que los bidones de basura ardan en Melilla es, por desgracia, algo que ocurre con relativa frecuencia. Sin embargo, lo que causó la sospecha en el Cuerpo es que, poco después, recibiera el aviso de otro incendio.
En esta ocasión, los dos últimos agentes que quedaban en el Parque de Bomberos la pasada madrugada tuvieron que desplazarse hasta la calle río Eume. Un parque infantil, es decir, una zona de recreo y disfrute para toda la familia, estaba en llamas. Mucha causalidad sería que, en sólo 20 minutos se hubieran producido hasta cuatro conatos de fuego diferentes de forma casual o involuntaria.
El propio presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda, salió ayer por la mañana a condenar estos hechos y a destacar el incivismo que de ellos se desprende. Tener unas infraestructuras decentes no es fruto de la nada, ni llega por derecho innato. El mobiliario urbano y la libertad de disfrutar del mismo se deberían respetar.
A nadie le gustaría encontrarse el portal de su casa lleno de basura o calcinado, al igual que, por norma general, a los melillenses les gusta tener una ciudad con unas mínimas comodidades. Es por ello que este tipo de actos, de ser provocados como apuntan los indicios, son completamente condenables.
No cabe en cabeza alguna que, a las 4:00 de la madrugada, a un grupo de personas les parezca una buena idea molestar y perjudicar al resto de sus convecinos y paisanos para llamar la atención o salir en la prensa. Si no quieren una ciudad en condiciones, que al menos respeten a la inmensa mayoría de los melillenses que sí queremos con tranquilidad.
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