Melilla se ha convertido en laboratorio prioritario y urbano para el estudio avanzado de la estructura y modalidades del detritus canino, o sea, la caca de los perritos. Es ciudad esencial por cuanto el detritus canino invade las calles melillenses sin ningún tipo de discriminación. Todos los barrios tienen sedimentos del can, en mitad de las calles, en los jardines, en los parterres. La mierda ha llegado poderosa al remodelado Parque Hernández, entre otros enclaves, que vienen a ser todos. Pocos ciudadanos se encuentran mentalizados y educados como para retirar las porquerías de sus mascotas.
La situación de dejadez del dueño y la incontinencia del animal –los animales también cagan y mean– convierten a la ciudad melillense en sembrado campo para las investigaciones científicas; son ya varias universidades europeas las interesadas en trabajar a fondo en Melilla. Así, se han podido encontrar diferentes modalidades de detritus en función de su proceso formativo y de la dimensión de sus extremos anterior o posterior, o bien de la altura y definición de su estructura escatológica.
Está, por ejemplo, el detritus enanus, muy frecuente en los derredores de la avenida del General Pintos. Se caracteriza por su pequeño tamaño, propio de animales del tipo snauzer, caniche o chiguagua. Son cacas de animales denominados de ‘compañía’ debidamente vestidos, perfumados y pasados por peluquerías especializadas. La caca no es tan especial, es simplemente mierda no recogida. Es que el detritus ha de recogerse y de depositarse en los receptáculos de detrimentos. El contenedor, la papelera, en fin, ya saben.
Luego está el detritus piramidal. Es decir, el perro o perra jiñan, pero lo hacen con una primera base en torno a los 10 centímetros de diámetro desigual para seguir deponiendo plastas de mayor a menor tamaño que se asemeja a una especie de pirámide, de hermoso y arquitectónico aspecto que hace las delicias de las moscas del barrio por su accesibilidad.
Tenemos una variedad importante, el detritus torpedo, gran cosa ésta. El animal tiene prisa por dar de vientre, le espera la muchacha, novia perruna, que está en celo. Lo importante es aliviarse pronto e ir al encuentro afectivo. En estos casos, el detritus es cilíndrico, largo y consistente. La defecación suele durar muy poco y el perro abandona tan escatológico momento echando virutas.
Esperamos haber contribuido a la ciencia del estudio y reflexión respecto a la escatología canina. Recordamos desde esta modesta tribuna científica que existen bolsas gratuitas para hacer llegar por porquería de los perros al sitio adecuado.
Como dice el consejero de Medio Ambiente, Ramón Gavilán, “echen, por lo menos, la porquería a los alcorques de los árboles”, por el amor de Dios, digo yo.
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