EL derecho al voto es el pilar de la democracia. Ha costado mucho que todos los ciudadanos podamos ejercer nuestro derecho al sufragio, un éxito de la España democrática y que, por suerte, muchos ciudadanos ejercen en cada cita electoral. Pero detrás de la maquinaria electoral visible, como pueden ser los candidatos y sus propuestas, hay muchas personas que trabajan en la sombra para que el día de las elecciones nuestro voto se tenga en cuenta.
Un ejemplo es la compenetración del INE y Correos para todas aquellas personas que necesiten votar por correo. Tanto el órgano postal como el electoral están inmersos en una vorágine de trámite para que todas aquellas personas que no estén en su ciudad el día de la votación, no se queden sin ejercer su derecho al voto.
Es un proceso fácil y cómodo para los votantes, pero para ambos organismos supone un trabajo que implica una estrecha relación para que la documentación llegue al ciudadano y se pueda emitir el voto con la total legalidad que supone un ejercicio tan importante como lo es el sufragio.
Toda la maquinaria electoral siempre se pone a disposición de los ciudadanos, porque a fin de cuentas está en sus manos decidir la composición del próximo Gobierno.
Por eso hay que tener en cuenta ese esfuerzo y la obligación moral que tenemos los españoles de ejercer este derecho que tanto ha costado conseguir.