AQUÍ, en la ciudad amada, están poniendo unos alumbrados que supongo que serán para el carnaval.
Tengo que confesar que a mi esto de las carnestolendas me trae al pairo. Quiero decir que no me gustan. Naturalmente respeto todos los gustos, entre otras cosas porque mi hija Lourdes es una ‘jartible’ del Carnaval y me da la murga -valga la redundancia- todas las noches conectándose con Onda Luz Cadiz para ver cómo va “lo del Falla”.
Pero ahora que lo pienso no sé cómo he dicho lo anterior sabiendo como se que,como afirmaba Larra “aquí todo el año es carnaval y todo el mundo es máscara”.
Un poquito pretenciosa y levemente amargada me parece la afirmación de don Mariano José aunque no esté exenta de razón.
Contemplamos el entorno y ¿qué es lo que vemos? En general y sé que esto es injusto, lo que vemos es una “cofradia de la bulla” a lo profano,como la de la zarzuela ‘Doña Francisquita’, que está formada por figurantes, holgazanes, haraganes, cómicos, tunantes y mediopensionistas que como una voracisima plaga invade todos los aledaños, principalmente de los que tienen alta vara, para que con gracietas y servidumbre voluntaria, intentar obtener alguna ‘calderilla’.
Evidente es que los tales mediopensionistas, tunantes, cómicos, haraganes y holgazanes siempre llevan la máscara de la solicitud y el trabajo tras la que esconden su natural tendencia a la piratería.
Es imposible librarse de ellos en cualquier época del año y lo que es peor, a diferencia de los oficiales disfraces, los que usan los tales son tan malos que no sólo no disimulan su vulgar condición sino que la hacen cada vez más ostensibles.
La ostentación es tan manifiesta que no dudan en utilizar, julepes, zambras, garrotillos, combas, bulerias, y todo tipo de cantes y bailes para llamar la atención, de tal manera que parecen personajes extraídos de la “Comedia Nueva” cuando Moratin hace exclamar a uno de sus personajes: “¿qué gente hay allá arriba, que arman tal estrépito? Parecen locos.”
Se refería don Leandro al rechazo que las obras de teatro similares a la “Comedia Nueva” producía entre el populacho apostado en las partes más altas de los teatros del XVIII.
Tengo que aclarar para las desgraciadas víctimas de la LOGSE, que don Leandro es el nombre de pila de Moratin, mejor dicho de Fernández de Moratin, o todavía mejor dicho de don Leandro Eulogio Meliton Fernández de Moratin y Cabo.
Espero que paciente lector me perdone la pedantería anterior, pecado del que me confesaré de manera inmediata en cuanto me tope con algún cura de confianza, que no están los tiempos para experimentos...
Aquí lo malo es que ‘las gentes de arriba’, los que no paran de hacer estrépito y ruido pareciendo locos, no pertenecen a la gallofa de los teatros del XVIII. Al contrario; son figurantes muy notables de la vida pública en general y de casi todos los saberes en particular.
Aquí reside el mal que nos aqueja y la ceguera que nos hace bordear precipicios y alcantilados difícil de esquivar. Los figurantes,disfrazados de esforzados paladines que luchan por nuestra felicidad, hacen del disfraz de guerrero coraza precisa para esconder su holgazanería y su tunantería y desde luego esconden tras el mismo su muchísima poca vergüenza.
Ahí quedó. Que no le siga faltando agua al elefante, porque todo el año es Carnaval.