Se dice que no existen soluciones simples para problemas complejos. Cuando los problemas son complejos, resulta cómodo, en ocasiones, tratar de obviar alguno de sus componentes. Si se asumen todos los aspectos que plantean, la solución, a su vez, requiere hacer frente a todos ellos y eso comporta esfuerzos, que, en ocasiones, se prefieren eludir.
Esta semana se han tratado en el Congreso de los Diputados los incidentes registrados en la valla de Melilla los pasados 2, 3, 4 y 5 de marzo. La próxima semana volverán a ser tratados proponiendo, en esta ocasión, sobre la base de lo tratado en la semana que termina, potenciales soluciones a acometer.
En esas fechas, experimentamos en Melilla varios intentos masivos de salto de la valla con desigual resultado, siendo el día más negativo el primero de ellos, el 2, que se saldó con cerca de 500 asaltantes penetrando en la ciudad, después de haberlo intentado unos 2500, habiendo hecho alarde de una singular violencia al objeto de forzar la valla y el dispositivo adicional de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para prevenir su forzamiento.
Alrededor de un centenar de los 500 asaltantes que lograron forzar el dispositivo resultaron con heridas de diversa consideración acogiéndose a las instalaciones del Centro de Estancia Temporal para Inmigrantes, desconociéndose el estado de los que no lo lograron. Este proceso se repitió al día siguiente, al parecer por parte de los 2000 que no lo habían logrado el día anterior, consiguiendo, en esta ocasión, entrar en la ciudad unos 300 de ellos. Por nuestra parte, la Guardia Civil registró, entre ambas jornadas, alrededor de 50 agentes heridos. Los días siguientes, a pesar de repetirse los intentos, no consiguieron su propósito, pero consiguieron mantener dos días más en estado de alerta máximo a los efectivos de la Guardia Civil y del Cuerpo Nacional de Policía existentes en la ciudad.
La percepción de la ciudadanía en Melilla es de asunción de la incapacidad de las autoridades para preservar la integridad de la frontera, sin que se entienda en absoluto que España no pueda garantizarla. La ciudadanía valora positivamente el esfuerzo de los efectivos policiales, pero los considera inadecuadamente dimensionados y equipados.
Este fenómeno no es posible desvincularlo, en mi opinión, de la situación en los países de los que proceden estos movimientos migratorios masivos. Mientras no se produzcan unas condiciones mínimas de supervivencia de las personas jóvenes en dichos países, no habrá una interrupción de estos desplazamientos en masa a través de las fronteras terrestres de todos los países africanos, que por la naturaleza del terreno en la que se encuentran, son mucho más permeables de lo que desde Europa imaginamos con nuestros recursos tecnológicos de vigilancia y prevención, por lo que el llegar a las fronteras europeas es penoso y arriesgado, pero no físicamente imposible. Es por lo que parece necesario promover actuaciones de cooperación al desarrollo en esos países a fin de aportar desde el primer mundo, en el que nos encontramos, potenciales soluciones, que hagan desaconsejable el recurso a este proceso migratorio con las catastróficas consecuencias que todos conocemos y percibimos, a veces directamente, pero en la mayor parte de las ocasiones a través de los medios de comunicación.
No es éste un asunto meramente de orden público o de seguridad ciudadana, que también. El problema de la migración masiva acaba siendo un problema de protección de fronteras y de orden público, pero tiene muchas otras facetas que conviene analizar de manera transversal.
Desde septiembre de 2020, se encuentra sometido a debate en la Unión Europea, con más pena que gloria, el último Pacto de migración y asilo propuesto por la Presidenta Von der Leyen, pero empantanado por la falta de acuerdo entre las partes implicadas, sustancialmente los Estados más alejados de las fronteras con flujos masivos de migrantes, que ven este problema como lejano y las organizaciones no gubernamentales que propugnan mayores grados de permeabilidad de las fronteras. Incluido en ese Pacto de Migración y Asilo existe un apartado destacado para promover la colaboración de FRONTEX en el control de las fronteras exteriores de la Unión Europea para garantizar que el movimiento interior de personas y mercancías por el espacio Schengen se realice con las debidas garantías de seguridad física y jurídica para las personas y las actuaciones comerciales. Y aquí nos encontramos con un nuevo problema que es el de la excepcionalidad de nuestras Ciudades Autónomas de Ceuta y Melilla en el espacio Schengen en virtud de los acuerdos de buena vecindad entre España y Marruecos que han venido observándose y que se encuentran en vigor, habiendo desaparecido muchas de las circunstancias que hacían aconsejable el mantenimiento de dicha excepcionalidad en los términos actuales.
En todo caso, el hecho de que los problemas presenten aspectos múltiples que, en ocasiones, los tornen en complejos, no representa excusa alguna para eludirlos ni para maquillarlos a fin de poder tratar de resolverlos con soluciones simples. Sólo requieren que se les dedique un poco más de trabajo a fin de afrontarlos adecuadamente, aunque para ello requieran de soluciones complejas.