Ofrecer una oportunidad de empleo a todo aquel con capacidad de trabajo no es solo un acto de justicia social si no la obligación de toda economía sana y de todo Estado responsable. Las muy especiales circunstancias provocadas por la pandemia robaron dicha a oportunidad a miles de personas en España y Melilla no escapa a esa realidad, por lo que la asignación y ejecución de fondos para generar nuevas plazas de trabajo para los melillenses es indisplesable. La economía es una cadena que va de lo individual a lo colectivo y viceversa y el empleo es de las mejores formas de activarla. Del empleo dependen no solo las economías familiares, sino también la activación de todo el sector comercial que, a su vez ve aumentada su capacidad de generar nuevos puestos de trabajo, haciendo crecer la economía local mediante el consumo, que beneficia la actividad de las grandes industrias, una cadena que disminuye las tasas de desempleo y reduce la carga para el Estado que suponen los subsidios, en este caso necesarios indiscutiblemente. Y por necesarios es que es de esperar que se utilicen de la manera más efectiva, alcanzando a la mayor cantidad de beneficiarios posibles y poniendo especial atención en aquellos colectivos más vulnerables. Son muchos los ciudadanos que carecen de los ingresos necesarios para enfrentar sus necesidades más básicas, pero también están aquellos que necesitan insertarse en el mercado laboral para desarrollar sus individualidades, todos tienen derecho a participar de este beneficio. La correcta aplicación de estos proyectos y la idónea utilización de los fondos asignados son una nueva oportunidad para construir la Melilla deseada por todos, la necesaria para que las venideras generaciones también la reconozcan como tierra de oportunidades.