Editorial

Sin mejoras en 3 meses

Han pasado ya tres meses desde que se reabrió la frontera por el paso de Beni-Enzar y realmente no se puede decir que las cosas hayan cambiado mucho para el conjunto de los melillenses. El único dato positivo es que se pudieron reunir las familias y los amigos separados por el cierre que se decretó en la pandemia. En palabras del presidente de la Confederación de Empresarios de Melilla, Enrique Alcoba, la frontera abrió con fines humanitarios más que ninguna otra consideración.

Marruecos ya lo avisó días antes de aquel 17 de mayo: no dejaría entrar “ni un Danone” desde las ciudades autónomas a su territorio y la orden se ha cumplido a rajatabla. No se pueden pasar productos al reino alauita, ni siquiera los que sería normales en cumplimiento de un régimen de viajeros.

En consecuencia, el comercio melillense sigue sin levantar cabeza. Ya no llegan esos turistas de la clase media y alta marroquí para comprar y las tiendas, sobre todo las del centro, sufren la pérdida de ingresos que corresponde. De hecho, en los dos últimos años han cerrado hasta 60 establecimientos en la zona.

Tampoco se ha podido levantar la hostelería. Las restricciones en la documentación que se requiere para pasar a Melilla impide que muchos marroquíes, que antes eran asiduos de los locales de restauración y cafeterías, prefieran quedarse en su país.

El panorama económico después de tres meses con la frontera abierta, no puede ser más gris. Los clientes que vienen de Nador hacen sus triquiñuelas para poder pasar ropa pero poco más se mueve. Máxime si tenemos en cuenta que no hay el más mínimo atisbo de que vaya a abrir pronto la aduana comercial, que Marruecos cerró unilateralmente hace 4 años después de más de 60 abierta.

Los empresarios, según Enrique Alcoba, confían en que septiembre traiga consigo la esperaba apertura. Fue en abril cuando el presidente Sánchez, en su visita al rey Mohamed VI, dijo que esa aduana comenzaría a funcionar junto con otra que se ubicaría en Ceuta. Desde entonces se está en unas negociaciones que el líder de la patronal melillense no sabe muy bien de qué van.

Por la cuenta que le trae a Melilla, más vale que las expectativas empresariales se cumplan y que tras la Operación Paso del Estrecho, que acaba el 15 de septiembre, llegue la aduana. Eso significaría que los acuerdos entre España y Marruecos tienen visos de cumplirse en toda su extensión y, sobre todo, traería un poco de aire fresco a la cuenta de resultados del sector económico de la ciudad.

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