“Es más complicado explicar los principios de la cábala en una hora que la Teoría de la Relatividad”. Con estas palabras comenzó ayer a las 19:30 la conferencia del doctor Mario Javier Sabán, presidente de la red cultural judía Tarbut Sefarad. Pese a que la temática exigía a los presentes en la UNED, según el propio Sabán, unos profundos conocimientos de la Torah y el Talmud, lo cierto es que disertó con la habilidad suficiente como para que los oyentes pudieran comprender los principio básicos de la cábala sin problemas.
Para ello, recurrió a sus definiciones favoritas, las cuales tienen sus raíces en la Edad Media; “el estudio del todo”, “el entendimiento del hombre” o, sencillamente, el planteamiento de las preguntas más básicas de todo ser humano, ¿por qué he nacido, por qué estoy aquí y por qué voy a morir?
Sin embargo, estas premisas básicas encierran un sinfín de interrogantes que han buscado resolver los cabalistas desde hace 2.000 años.
Para ello, se plantea la existencia de una verdad oculta fuera de los textos sagrados, el aleph, la primera letra de la cábala, aquella en la que se esconde dios.
Llegados a este punto hay que entender el concepto como una masa de energía infinita con voluntad propia. Como Sabán precisó, este es el principal punto de quiebra entre creyentes y ateos, el considerar que esa fuerza tiene o no capacidad de obrar a su antojo.
Sustentándonos en el primer supuesto, debemos concebir que esa energía posee la voluntad de dejar un vacío para crear un espacio en el que no se encuentra, pero en el cual puede intervenir en forma de revelaciones.
Para proyectarse en este plano, la energía debe contraerse al máximo. A esa acción se la conoce como materia. Así pues, la cábala se encarga de estudiar la realidad mediante el camino existente entre el Ein Sof y la materia, entre la corona y el reino. A esa vía se le llama Árbol de la Vida, y está compuesta por diez sefirots, las cuales deben ser conocidas por aquel humano que quiera aportar equilibrio a su vida.
Estos son los términos básicos para entender el concepto que Sabán intentó trasmitir a los presentes durante 60 minutos. No obstante, y pese a lo denso de la conferencia para una persona no habituada a estos términos, la charla resultó amena para los asistentes, hasta el punto de que al finalizar fueron varias las manos que se alzaron para plantear preguntas al respecto.
Como nota curiosa sobre el doctor Sabán, hay que destacar que fue el biógrafo del célebre David Melul, de quien aseguró que guardaba un maravilloso recuerdo.
No faltaron unas palabras en memoria de tan ilustre personaje de nuestra ciudad, del cual recordó que fue uno de los grandes valedores de la cultura judía. “La Torá no debe quedarse en las sinagogas”, subrayó, “el judaísmo debe darse a conocer, la mayor parte de los sentimientos antisemitas surgen de la ignorancia”, sentenció.
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