No habrá sorpresas. El Gobierno repetirá prácticamente las mismas medidas que hasta ahora de cara a la próxima Semana Santa, sustentándolas sobre todo en la responsabilidad. Olvida que esa palabra no anida en un sector importante de la población, ese capaz de inventarse un viaje de negocios vital o una visita médica cuando, en el fondo, acude a la península para otros menesteres más ociosos. Melilla sigue en riesgo extremo y, lo peor, tiene a muchos hospitalizados graves en el Comarcal cuya UCI con 5 las camas ocupadas y sitúa su ocupación en el 29,4 % de las 17 que tiene disponibles. Los contagios no cesan y las medidas, a tenor de las sanciones que siguen dictándose, no se cumplen como se debieran. El toque de queda se respeta de aquella manera y las reuniones sociales o los decretos que deben imperar en las mismas no se cumplen. Sí, cierto es que no se puede tener a un policía detrás de cada ciudadano, pero más lo es que la Ciudad tiene sus armas para aumentar los controles en forma de requisitos que deben exigirse para, por ejemplo, analizar esa movilidad. Sin incurrir en una merma de libertades ni una asfixia económica, se disponen de mecanismos para que la picaresca no se siga produciendo y para que el movimiento que se lleva a cabo sea el adecuado, ajustado a una realidad como la que estamos viviendo y que todavía muchos siguen sin comprender.