Vivimos tiempos changos…en lo gastronómico y en lo climatológico. Esta variación de temperaturas, cielos y vientos no permiten hablar de platos de verano o invierno, sino de una fase gastronómica en la que todo vale, siempre con mesura, con buen gusto y mejor preparación. Uno de los rincones más visitados en las redes sociales es la vida hipográstica de la familia Bueno-Ruiz; cada vez que una nueva entrega aparece en la red, los ordenatas echan humo y hasta casi se pueden oler las ofertas. El pasado jueves, Pedro y Virginia colgaron sus últimas recomendaciones, correspondientes a ese estilo comentado: ni de verano ni de invierno.
Una de las modalidades más espectaculares es la del pescado gordo al horno con un poco de ajo, piñones y base de cebolla. El fileteado marino puede hacerse a base de cherna, mero, abadejo o cualquier otra especie que se deje tocar. El horno mete al plato el toque de tiempos fríos y el pescado la frescura propia del medio acuático. El horno a eso de 200 grados para 10-12 minutos de cocción. A este pescado, por no cambiar de tercio, se le puede recibir con una ración de navajas con limón y pimienta, siempre compradas en la refinería del barrio del Real, por si las moscas.
¿Hay carnes en la oferta hipográstica. Sí, sí que las hay. Hay cazuela de albóndigas con base de tomate triturado. Y ya que estamos con la carne, hagan como los Bueno-Ruiz, monten en la azotea, terraza o jardín una barbacoa. Ahí, con buen carbón, cabe de todo. Cualquier carme, cualquier pescado, es cuestión de paciencia y punto, el punto que hay que darle de fuego o brasa a las especies comestibles. La recepción en palacio ha de sustanciarse con buenos aperitivos, como la tabla de ibéricos o la parrilla de gamba, y, además, se pueden mezclar porque son compatibles y digestivos. También son ideales para preceder a un completo de huevo, carne empanada y base de espárragos. Por lo visto le quitan la papa frita para no cabrear definitivamente a los jugos gástricos.
También podrían servir de prolegómeno apropiado para un pedazo de tortilla española sin más, sin mezclas iconoclastas. La tortilla española es lo que es, el resto de creaciones es tan respetable como descartable. Hay que postrear. Para ellos dos sugerencias: La tradicional leche frita al estilo torrija, aprovechando el pan sobrante o la Mouse de vainilla con detalles de chocolate.
Claro, ahora comprende uno las respuestas de los amigos de Bueno-Ruiz en las redes sociales: “¿Cuándo vamos, Pedro?”. Pues eso, que cuándo lo vamos a probar los periodistas porque las buenas digestiones son apreciables y las malas –con pesadillas y todo- nos las dan los políticos.
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