Rafael García, el hombre que vivía de los demás, dice el salvaje de Manolo ‘El Cemento’. Y es que no hay derecho porque para una vez que se ha ventilado un café y dos cañitas de la barra de la ‘Geli’ no se puede realizar tan categórica afirmación. Además, si la gente invita a Rafaelito y él acepta, ¿qué culpa tiene el hombre?.
Este melillense es jubilado de Correos y Telégrafos, de aquella institución que, hasta hace pocos años, gozaba de una credibilidad a prueba de bombas. Hoy es distinto, debe ser la crisis. Pero a Rafael no le ha pillado el déficit postal porque se fue antes. No ha sido una de las víctimas del deteriorado servicio público que, hace décadas, fue ejemplo de Administración. Se ha librado por los pelos.
Bueno, Rafaelito es la alegría de la huerta. Vive solo porque desemboca en el delta del revuelto río de una relación matrimonial que llegó a nada. Mejor. Ahora, con sus sesenta tacos a bordo de su chepa, con sus incondicionales amigos a su escolta, es el hombre más feliz del mundo conocido. Pero hay que ser valiente para aguantarlo, muy valiente.
Hay un mártir, Joaquín Díaz, que se atreve a jugar al parchís todos los días con Rafaelito, un auténtico ‘burro’ –dice Quino– que gana una partida al mes o cada dos meses; pero algo tendrá el agua cuando se bendice y algo tendrá Rafa cuando se lo rifan en los juegos de mesa. ¿O no?.
El pollo llega a un céntrico local de la ciudad y se permite decir que “aquí el que manda soy yo”. Claro, la gente se mosquea. Manolo ‘El Cemento’ –volviendo a lo de las invitaciones y el gañoteo– acaba de confesar que el pasado jueves le voló un cafetito en el ‘California’ de Abdelselam pagado por Luis Rivero y dos cañas de birra a costa del ‘cementero’. Es que tiene un morro que se lo pisa.
Don Rafael García es el tío de Josefa García, eminente música que tiene delante de sí el futuro que le dé la gana porque su proyección musical es enorme. Maestra, música, máster… qué chavala melillense. Hay que quererla y admirarla, se lo merece. Ella quiere a su tío Rafael como nadie porque el es hermano de su padre.
En fin, no todas las personas suelen pasar a los párrafos de las crónicas oficiales, la mayoría queda en el corazón de sus amigos y sus cercanos. Ese es el caso de Rafael García, un ser humano que tiene rincón garantizado en el corazón de los melillenses de buena casta.