A primera hora de la mañana de este martes, una mujer tuvo que se atendida por la Guardia Civil tras ser abordada por una manada de perros vagabundos cuando hacía deportes con su mascota, sobre las 7:00 am, por el Paseo Marítimo
Una patrulla de la Benemérita se vio obligada a encender las luces de la sirena para espantar a la manada de perros asilvestrados, que rodearon a la mujer, mientras ella sostenía a su mascota en brazos para evitar que la atacaran.
Esta vecina de Melilla no interpuso denuncia ni necesitó asistencia sanitaria, pero el susto no se lo quita nadie.
Los agentes de la Guardia Civil la subieron al coche policial y la sacaron de allí. Estoy convencida de que después de este incidente, cambiará sus rutinas. Y eso es lo que no podemos permitirnos. No podemos tolerar que situaciones anómalas, provocadas por la ineficiencia de la Administración, nos obliguen a modificar nuestros hábitos saludables.
A este incidente hay que añadir un vídeo viral publicado por El Faro, que recoge imágenes de un grupo de unos ocho perros de gran tamaño, disfrutando, en la arena, del sexo al aire libre y de las maravillosas vistas de la playa de La Hípica en Melilla, sin permitir que nadie se les acercara ya que, según testigos de lo ocurrido, manifestaban una actitud agresiva.
Eso está pasando en Melilla una semana después de que un cachorro con rabia mordiera a cinco personas en el Puerto, el Hipódromo, el Polígono del Sepes y la zona de la frontera de Beni Enzar. Lo que es peor, eso está pasando en Melilla pese a que estamos en nivel 1 de alerta sanitaria, lo que está provocando que los dueños de mascotas no puedan viajar con sus animales de compañía a Granada y que sean sometidos a controles exhaustivos a su arribo a Málaga y Almería.
Tenemos a cinco personas recibiendo tratamiento contra la rabia en Melilla y los perros asilvestrados siguen vagando por la ciudad. La incapacidad de las autoridades de Salud Pública para controlar la situación y sacar de la calle a todos los animales sin dueño conocido ha desatado la histeria colectiva en esta ciudad. Seamos honestos: estamos aterrorizados.
Este lunes, por ejemplo, ocurrió un incidente llamativo en la zona de Cabrerizas. Sobre las dos de la tarde, un perro asustó a una madre y a su hijo. Un testigo de lo ocurrido contó en las redes sociales que el animal llegó a lanzar al menor al suelo causando un susto monumental a su familia y a los vecinos de la zona.
Desde la Consejería de Salud Pública negaron a El Faro que en este caso se tratara de un perro asilvestrado. Según explicaron a este periódico, enviaron inmediatamente a los laceros al barrio y comprobaron que el perro tiene dueño y todos los papeles en orden.
Sin embargo, otra vez, el susto se lo llevó la familia porque no nos caben dudas de que ese perro perfectamente podía ser uno de las decenas de perros y gatos que seguimos viendo deambulando sin control por las calles de Melilla, pese a que la ciudad estaría en estos momentos al borde de pasar al nivel 2 de alerta por rabia, lo que implica consecuencias terribles para los animales sanos que están en la calle. No deberían estar, pero están. Es terrible.
En medio de este panorama desolador nos damos de bruces con el reconocimiento que los Ministerios de Agricultura y Sanidad han hecho a la titular de Salud Pública de Melilla. Sinceramente no somos capaces de entender a qué se refieren cuando hablan de "reconocer el trabajo que está haciendo para resolver el brote de rabia".
No ponemos en dudas que la consejera se esfuerza, pero la realidad es infalible: su gestión no consigue los resultados esperados. ¿Estamos a las puertas del nivel 2 de alerta por rabia y aplaudimos lo que se hace en Melilla?
El espaldarazo de las autoridades llega justo cuando la Asociación Nacional de Veterinarios Municipales y el PP piden el cese de la consejera de Salud Pública, Francisca García Maeso.
Por tanto no es comprensible tanta complacencia. Llevamos ya cuatro meses de alerta 1 por rabia y ni siquiera seguimos en el mismo punto donde estábamos en noviembre. Estamos peor porque hay cinco personas mordidas por un perro con rabia y las manadas siguen aterrorizando a los melillenses.
Es incomprensible que a estas alturas nos estemos planteando hacer un censo de animales callejeros. ¿Por qué no está hecho ya? Sabíamos que había unos 60 perros sueltos por Melilla, luego bajaron a 40. La pregunta no puede ser cuántos perros quedan a día de hoy en las calles de Melilla sino por qué siguen en la vía pública.
La desidia nos sale muy cara. Con todos los parados que tenemos en Melilla, hemos tenido que contratar a una empresa externa para que recoja a los perros de la calle. Por los más de 100.000 euros que nos cuesta ese contrato, cualquier melillense se ofrecería a recoger todos los animales que vagan por la vía pública en sólo 24 horas.
La complacencia, el mirarse el ombligo, el barrer para casa no son la solución al problema. Por eso pedimos honestidad. Si la responsabilidad no es de los veterinarios municipales y tampoco es de la consejera, ¿quién es el responsable de la chapuza que estamos viviendo en Melilla?
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