La amenaza que reproduce el terrorismo en nuestros días no se circunscribe exclusivamente a países aislados. Y es que, la etapa en la que por entonces los grupos terroristas operaban, parece haber quedado rezagado, dando salida al desarrollo del conocido como ‘terrorismo internacional’, o aquel cuyas derivaciones comienzan a ampliarse a diversos territorios afines. Entretanto, tanto los estados occidentales como los orientales son víctimas de una multiplicidad de episodios criminales promovidos por grupos terroristas con base en actuaciones en zonas distantes.
Adelantándome a lo que posteriormente fundamentaré, ante la manifestación de la globalización, el menester de combatir al terrorismo parece acrecentarse en complejidad y se transforma en un problema común. Si bien, se constatan grupos terroristas que como parte de la clarividencia amenazadora que de los mismos se tiene son analizados de manera diferenciada, aquí podría incluirse a los ya acreditados Al Qaeda o Dáesh.
No obstante, como consecuencia de un menor grado de intimidación inmediata o al reducido alcance de sus movimientos, otros grupos menos relevantes parecen pasar desapercibidos. Ejemplo de ello es el grupo de carácter local, Boko Haram, que aunque no resulta una amenaza avivada para el universo occidental, sí que lo es para varios estados centroafricanos y simbolizando un mal peliagudo de subsanar. Por lo tanto, el terrorismo padece significativas variaciones en su ejecución y prospera a la par que el resto del mundo. Boko Haram, constituye el paradigma de otro terrorismo emergente, nutrido por la globalización y la economía, pero basado en puntales tan antiguos como la exaltación religiosa y los laberintos interculturales.
Boko Haram posee su núcleo principal de acción en la República Federal de Nigeria, actualmente uno de los más poblados del planeta. Ubicado en el África Occidental, dispone de un sistema de gobierno propio de una república federal presidencialista. En el pasado una colonia británica y después inspeccionada por un régimen militar, el estado definitivamente consiguió la instauración de la democracia en el año 1999.
Ni que decir tiene, que Nigeria se ha erigido en una economía latentemente ascendente desde los inicios del siglo XXI, supeditada de la extracción y exportación del petróleo, siendo igualmente un punto neurálgico crucial para los actores occidentales, como palanca para la pacificación de otras comarcas africanas.
A pesar de la importancia que esto significa para el país, su economía aún pretende consolidarse de manera categórica, debido mayormente al infausto influjo que el grupo terrorista Boko Haram mantiene sobre ella, como a mecanismos de reparto no equitativo propios de la economía nigeriana, pero, sobre todo, a su servidumbre cada vez más característica del petróleo.
“Boko Haram, incrustado en el terrorismo salafista yihadista, es una importante franquicia para el yihadismo global y su diseminación está presta a inducir una mayor desestabilización en la frágil región del Sahel Occidental”
En contraste a este resuelto desarrollo, la nación se define por no haber conseguido vencer dificultades tradicionales evidentes entre sus clases sociales, así como por ser víctima de la corrupción institucional. Podría decirse, que Nigeria se encuentra bastante lejos de resultar ser un país igualitario. Para ser más preciso en lo fundamentado, la mayor parte de la riqueza suele centralizarse en la parte sur, lo que induce a una crisis igualitaria entre los ciudadanos, producto de la diversidad y disparidad entre los credos que la componen.
Desde tiempos pasados, Nigeria se ha visto golpeada fuertemente por disyuntivas de signo religioso y político internos, dada la variedad de grupos étnicos e ideológicos que cohabitan. Amén, que resulta sencillo concretar la disección religiosa, donde el norte ha sido por tradición circunscripción islámica, mientras que el sur retrae una mayoría de creencias cristianas.
En base a lo anterior, este panorama deja un departamento central distinguido como ‘cinturón central’, en el cual la coexistencia es principalmente inestable entre estas dos comunidades, sobre todo, por la circunstancia de que el sur suele agrupar la mayor parte del poder económico.
A ello hay que añadir, que el subsecuente establecimiento de la democracia no benefició para optimizar este contexto por momentos vacilante, sino que desembocó en un entresijo interno que desde entonces se ha conservado. Cada uno de estos componentes permiten hacerse una composición de la complicada situación en la que se encuentra Nigeria. Los aprietos económicos, políticos y sociales ayudan a este fluctuante escenario y a que siempre vaya a remolque de varios conflictos.
En opinión de diversos investigadores, una comparativa muestra que las discrepancias entre las distintas comunidades, lejos de ser básicamente debidas a un problema enteramente religioso, más bien se vinculan con el proceder político del gobierno que ha originado una fractura entre los grupos. Al mismo tiempo, el entorno de desequilibrio induce que el mismo disponga de recursos condicionados para hacer frente a las muchas amenazas, lo que induce a que no se actúe de manera preventiva. Por ello, en numerosas encrucijadas el gobierno es prácticamente un cero a la izquierda para sortear la emergencia de elementos que resultan una contrariedad.
Recuérdese al respecto, que con anterioridad a la llegada de Boko Haram, apareció otro grupo sectario, igualmente de procedencia fundamentalista islámico conocido como Yan Tatsine, que en las postrimerías del siglo XX originó desconciertos e irregularidades durante algunos meses en el territorio de Kano.
Cada una de estas peculiaridades demuestran visiblemente cómo Nigeria, pese a estar desarrollándose de modo acelerado en materia económica, aún se halla aferrada en cuestiones internos sociales, que causan que sea víctima de conflictos políticos y fundamentalismos religiosos.
Llegados a este punto, el culmen de estos elementos en sus diversas formas de anclaje y mutabilidad en su conjunto, son los que parecen haber llevado a enardecer la génesis del grupo terrorista Boko Haram.
Como introducción para exponer sucintamente el umbral y posterior preludio de este grupo terrorista, es congruente indicar que, pese al tiempo que Boko Haram lleva desenvolviéndose como pez en el agua en Nigeria, en este momento parece enrevesado dar con información fehaciente y consistente con la que precisar de modo concluyente a este grupo terrorista.
Algunos autores se inclinan a que esto es debido a una combinación de razones, entre las cuales habría que comenzar haciendo referencia a la insignificante información que proporciona la policía sobre Boko Haram, o que un número indeterminado de oficiales y personas de alto rango están compinchados con el grupo, al igual que los servicios de seguridad se han resuelto débilmente para contrarrestar la amenaza que encarna este grupo terrorista.
Entrando en materia, Boko Haram, cuyo nombre se interpreta literalmente como “La educación occidental es un pecado” o “La educación occidental está prohibida”, es un grupo militar fundamentalista islámico que interviene en Nigeria desde el año 2002, aunque suele especificarse el 2009 como punto de partida.
Mismamente, describe un movimiento próximo al salafismo que defiende el retorno a las raíces teóricas del Islam. Dentro de los principales designios políticos y religiosos de este grupo se atina la instauración de un Estado puro, administrado por las reglas islámicas, en consonancia a que “consideran que los políticos del norte representan a los falsos musulmanes”, así como la exclusión o eliminación de las doctrinas occidentales. El grupo terrorista calcula y agrupa sus esfuerzos en el sector norte del país, donde se atina establecida la mayoría de la urbe musulmana, pero no por ello soslaya los acometimientos contra la población cristiana del sur.
Pero, ¿cuál es el verdadero semillero de este grupo? Algunos analistas señalan que su preámbulo más factible se aprecia en las discordias dispuestas entre seguidores de la aceptación de una educación occidental y sus contrarios. En ambos argumentos, la premisa era hacer frente al denominado ‘enemigo occidental’, pero la manera de materializar esta resistencia provocaba antagonismos entre dos grandes bandos.
Primero, aquellos secuaces de acoger este prototipo de educación respaldando que para dar la cara ante Occidente había que conocerlos, para más tarde islamizar sus organismos. Y segundo, los críticos de este trazado impugnaban íntegramente este modelo de formación y educación, lo que a la postre se transformó en rehúso a los centros nigerianos por su iniquidad. Principalmente, en lo que atañe a las fuerzas de seguridad. Si bien, estos roces permanecían en la línea de la disputa teológica, definitivamente se desplegaron en un conflicto abierto cuando los adeptos de Muhammad Yusuf (1970-2009) abordaron a las fuerzas de seguridad nigerianas.
Esto acabó induciendo que los medios de comunicación de Nigeria clasificasen a este grupo como los ‘talibanes nigerianos’. Los automatismos propios de la tecnología occidental de Boko Haram fueron censurados por sus rivales, aunque el grupo no se posicionó ideológicamente sobre el fondo, escudando que su empleo no iba contra los principios islámicos. Sería en 2009 cuando se evidenció ser un mayor peligro, tras desafiar a las fuerzas de seguridad en cinco estados del norte que dejó más de mil fallecidos. Esto fusionado a la muerte de Yusuf y al comienzo de tácticas de guerrilla para ponerse frente a frente a las autoridades nigerianas, sugieren el momento en el que se suele determinar el nacimiento como grupo terrorista.
A lo largo de los últimos trechos, Boko Haram ha permanecido acentuando su modus operandi para llevar a término infinidad de acometidas, en parte preservado por su conexión con otro grupo terrorista, Al Qaeda. A través de éste, sus componentes han recibido adiestramiento militar, así como la utilización puntual de explosivos.
A decir verdad, esta coalición alumbrada entre ambas fuerzas terroristas, parece haber valido como telón de fondo para que Al Qaeda contemple amplificado su radio de actuación en algunas regiones africanas. Por lo demás, este avance adquiere otro análisis viable y es la amenaza que reproduce para el resto de estados de la esfera internacional que un grupo terrorista intervenga a diestro y siniestro un país productor y exportador de petróleo.
A resultas de todo ello, para exponer mínimamente el retrato de las piezas de este puzle que conforman la banda terrorista, podrían admitirse dos planos superpuestos: primero, el correspondiente al origen y perfil de los sujetos y, segundo, la captación para las actividades terroristas. En alusión al primer punto, es necesario advertir el inconveniente de cuantificar el número de miembros que posee Boko Haram. En algo en lo que sí cuadran los analistas es en aclarar que la inmensa mayoría provienen de Nigeria. Ahora bien, se constata la presencia de una minoría derivada de otros estados como Sudán o Chab.
En cuanto a las certezas de la captación de miembros en organizaciones interrelacionadas con el terrorismo, esta parece cautivar a dos principales moldes y constituciones: primero, los que concurren con sus sinos básicos no cubiertos o sobrellevan privación análoga, y segundo, los que demandan faltas de identidad y de construcción personal.
En general, el primer grupo se adecua a la mayor parte de los individuos de Boko Haram. Es decir, sujetos sin apenas interés por su país, en paro, etc. Además, muchos de estos miembros seducidos por la causa, fueron hijos de personas adentradas en el Norte de Nigeria, mientras que igualmente se atrajo a refugiados de las guerras en Chab y a nigerianos desempleados. El segundo grupo es el más aprovechado en el caso de la Yihad islámica, donde no son pocos los que se coligan a la misma indagando una ratificación de su identidad o realización personal.
"Boko Haram, constituye el paradigma de otro terrorismo emergente, nutrido por la globalización y la economía, pero basado en puntales tan antiguos como la exaltación religiosa y los laberintos interculturales"
Así, desde educadores universitarios hasta accionistas, o élites políticas e inmigrantes de otros estados forman una parte indispensable de este grupo, e incluso se tiene la opinión, de que potenciales interlocutores con altos cargos en la sociedad podrían estar financiando al grupo en lo oculto.
Obviamente, esto puede ser fruto de la frustración con la política proyectada, hacia la que se ejecutan continuas reprobaciones desde la sociedad. Los dilemas conexos con la corrupción, o los conflictos sociales y las concepciones fundamentalistas religiosas, se convierten en el caldo de cultivo para relanzar a la lucha a Boko Haram.
En lo que concierne a las metodologías de adoctrinamiento y captación, una de las herramientas más esgrimidas para relacionarse con hipotéticos miembros parece ser la red de redes: internet. De ahí, que muchos adolescentes se valen de lo anónimo que le proporciona este medio para ponerse al día sobre el ideal del radicalismo. Un perfil bastante frecuente corresponde al joven natural de regiones árabes atraídos por las nuevas tecnologías y, a su vez, por el islamismo radical. De la misma manera, se pone en acción el impacto que adopten los grupos terroristas como propaganda por medio de los caudales fluidos de comunicación.
En otras palabras: este engranaje parece cebarse de lleno con los individuos descontentos en la realidad política y religiosa, sin distinción de poder económico o nivel educativo, a los que se encandila con los medios propagandísticos de corte idealista y con la finalidad de hacer prosperar un sentimiento radicalizado contra Nigeria. El procedimiento de intervención parece haber variado en los últimos años al desarrollarse y depurar sus técnicas. Inicialmente las embestidas del grupo terrorista se medían en acometer a personas y poblaciones cristianas, en agresiones comparativamente simples con el empleo de armas cortas. Más tarde, ampliaron otras artimañas como los cocteles molotov y pequeños explosivos improvisados maniobraron con la inercia de explosivos más sofisticados en atentados suicidas y armamento militar.
Este, que en la teoría parece provenir del comercio transnacional, podría advertir que Boko Haram se ve favorecido del que ejecuta con el extranjero a la hora de lograr sus recursos.
Por otro lado y como ya se ha referido, las mañas de Boko Haram pasan por el manejo, al igual que otros grupos terroristas de tácticas de guerrilla, instrumentos que gradualmente prosperan hasta abarcar igualmente ataques suicidas y asesinatos en masa de blancos poblacionales. Alcanzado el año 2010, Boko Haram había retocado sus procedimientos lo suficientemente como para que resultasen impredecibles en sus acciones y hacer crecer su amenaza. De manera, que el conflicto propiamente dicho podría ser concebido como una guerra civil.
A ello hay que incorporar los asaltos individuales o en grupos pequeños que comprenden operaciones como disparar desde vehículos, asesinatos, terrorismo suicida y ataques masivos a poblaciones parcialmente desamparadas en las que masacra o rapta cruelmente. Este último de los componentes se hace inconfundible, porque a partir del 2013 comienza a manejar el método de retener a la población, buscando otorgarle una función instrumental, ya sea para intercambiarla por rehenes, o emplearla como sirvientas, o incluso venderla. Sin inmiscuir, que muchas mujeres han sido detenidas y dedicadas con exclusividad a fines sexuales, torturadas y asesinadas.
A lo desgranado anteriormente ha de sumársele la quema de colegios, edificios del gobierno y centros de policía. No obstante, interesa subrayar que a diferencia de otros grupos terroristas, Boko Haram no ha realizado ataques contra otros estados occidentales. Podría decirse que debido a la pérdida escalonada de muchos de sus miembros antiguos e introducción de otros seguidores, parece haber comenzado a revolucionar sus estrategias y modos de comportamiento, centrándose con más asiduidad en el secuestro. Curiosamente, un estilo preliminarmente desechado, pero actualmente aprobado por el propio grupo.
Asimismo, dados sus orígenes originarios del salafismo yihadista, la cuestión de la negociación suele ser bastante espinosa, aunque por momentos han existido algunos contactos en dirección al diálogo con el gobierno.
En atención a los datos aportados por los servicios de inteligencia, Boko Haram, habría recibido importantes cantidades de dinero provenientes de otros grupos como Al Qaeda o Dáesh, al igual que recibir instrucción conveniente en tácticas de guerra urbana y asaltos suicidas. Conjuntamente, a pesar de ser un grupo que se despliega únicamente en los límites fronterizos de Nigeria o territorios colindantes, el impacto que implica su amenaza ha comenzado a propagarse hasta sobrepasar a otros países, probablemente por al seguimiento verificado en los medios de comunicación.
Finalmente, aunque la mayoría de los individuos que han debido huir de la violencia perpetrada por Boko Haram se hallan retirado a otras regiones, tres países vecinos le han abierto sus puertas para ofrecer amparo a las víctimas por la inseguridad y el terror ejercido. Sin duda, las mujeres son las principales presas de Boko Haram. Comúnmente, son explotadas como arma de guerra. Con lo cual, al escenario incierto de las mujeres y las niñas nigerianas ha de sumársele los riesgos de vulneración de otros derechos humanos, como la mutilación genital femenina, el tráfico sexual, la violencia de género y la falta de oportunidades. Algunas de ellas con el precedente de ser obligadas a casarse con sus raptores o convertidas en esclavas sexuales.
En consecuencia, la incógnita que hoy por hoy encarna el terrorismo, se encadena con una rivalidad cultural que históricamente es remolcada desde hace siglos y que en este instante se materializa en el fenómeno de una guerra extendida en diversas partes de la aldea global y a pequeña escala. Fundamentación por la que parece como si aún no nos hubiésemos dado cuenta de lo real que ésta puede llegar a ser. Tal vez, no resulte tan distante referirnos de que el terrorismo y la lucha contra el mismo, pueden estar reproduciendo una guerra enmascarada.
No hay nada más que examinar las fuentes existentes por la labor minuciosa y rigurosa de varios investigadores sobre los estados que mayor impacto están padeciendo por causas del terrorismo, para estar a la expectativa de la realidad que subyace en esta vertiente.
Como puede distinguirse, la mayor conmoción del terrorismo se experimenta en aquellos países que afrontan al terrorismo islamista radicalizado, como bien pueden ser entre otros, Nigeria, Afganistán, Pakistán o Irak. Si se trata de concretar un enfoque más delimitado de las variables intervinientes, es operable comprobar cómo la mayor parte del terrorismo se agrupa en Asia y África, igualmente identificados por el protagonismo del terrorismo islamista en su territorio. Otros actores se han visto afectados indirectamente por dicho terrorismo, como puede ser Estados Unidos, Reino Unido, Francia, etc.
Teniendo en cuenta las reseñas objetivas e introduciéndome en la pura introspección, el terrorismo en cuales quiera de sus formas y modos, como no podía ser de otra manera, incide cada vez a un mayor número de estados, ya sea por las amenazas globales o en pequeña escala.
El auténtico rompecabezas del tablero mundial sigue encontrándose en los distintos lugares que se ven golpeados repetidamente por este tipo de criminalidad. Nigeria, país abordado brevemente en estas líneas, no es únicamente uno de éstos, pero sí un país con posibilidades económicas que pueden verse seriamente entorpecidas y repelidas por la estampa de amenazas boicoteadas como la de Boko Haram, incrustado en el terrorismo salafista yihadista, es una importante franquicia para el yihadismo global y su diseminación está presta a inducir una mayor desestabilización en la frágil región del Sahel Occidental.
No hay peor grupo terrorista que el estado de Israel.