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Prolongación de la incertidumbre

Huyen de un país arrasado a sangre y fuego. Recorren miles de kilómetros para alcanzar suelo de la Unión Europea. Gastan ingentes cantidades de dinero con el fin de conseguir ese objetivo. Pero, cuando lo logran, el camino de muchos de ellos queda frenado a causa de dificultosos trámites burocráticos.  

El conflicto de Siria ha provocado y sigue provocando que miles de personas que han dicho basta a los horrores de la guerra hayan dado con sus huesos en Melilla. Sin embargo, para gran parte de ellos ni nuestra ciudad ni nuestro país son el final de su periplo.
Al menos, ésa es la idea que tenían preconcebida cuando se vieron forzados a abandonar su tierra en busca de un futuro digno en un país alejado de los estragos de un conflicto que dura ya demasiados años.
En el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de la ciudad, refugiados sirios y de otras nacionalidades esperan a que las autoridades les permitan embarcarse hacia la península. No obstante, la intención de muchos de ellos es continuar camino hacia países de Europa Central y del Norte, donde consideran que podrán encontrar las oportunidades (un empleo, un hogar) que ven complicado hallar si permanecen en territorio español.
Por ello, muchos no solicitan asilo político en nuestro país, dado que ese trámite podría causar que, una vez llegados a  Alemania o a cualquier otro Estado miembro de la UE, éste decida cerrarles la puerta al considerar que es España quien ha de abrírsela.
La responsable de Incidencia del Servicio Jesuita a Migrantes, Cristina Manzanedo, ha indicado a El Faro que la falta de información sobre los trámites para solicitar asilo y la ignorancia de sus derechos y deberes son aspectos que afectan notablemente a las personas acogidas en el CETI.
Según Manzanedo, el desconocimiento de estos datos llega a causar ansiedad y estrés a los refugiados, que saben cuándo llegan a Melilla, pero no cuándo van a poder continuar su viaje. Una incertidumbre que puede prolongarse meses, o incluso más de un año.
Esta dirigente del Servicio Jesuita a Migrantes considera que “el número desproporcionado de migrantes y refugiados” que hay en Melilla hace recomendable que las demás comunidades autónomas se impliquen en su atención y que también acojan a estas personas. Quizá ésta sea una buena idea para afrontar un problema que, por el momento, no se está resolviendo.

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