Desde hace años, los precios de la energía no dejan de subir, lo que afecta a las facturas de los consumidores. Sin embargo, en los últimos meses, esta subida se ha acentuado por la escasez de suministro de gas actual en todo el mundo, provocando un fuerte aumento del precio del kilovatio-hora.
Para que el mercado se mantenga sano y su actividad sea satisfactoria, debe haber un equilibrio entre oferta y demanda. Un hecho que no estaba sucediendo antes del conflicto entre Rusia y Ucrania, por lo que, en la actualidad, la situación no parece tener una solución satisfactoria a medio plazo.
Apunta el Instituto Nacional de Estadística que los precios subieron en febrero un 7,6% en España frente al año pasado, su mayor escalada desde diciembre de 1986. El repunte de la inflación, impulsada por el encarecimiento de los combustibles, la electricidad y los alimentos, deja muy atrás el avance del 6,1% de enero, aumenta la presión sobre el bolsillo de los consumidores y de los comercios, y amenaza con seguir haciéndolo.
Y es que el mes pasado fue el tercer mes con la electricidad más cara de la historia, con un aumento del 80%, ligeramente por encima de los 200 euros el megavatio hora de media.
Precisamente, El Faro ha podido tener acceso a la opinión de varios comerciantes de Melilla, y todos llegan a la misma conclusión: o les ayudan, o no saben cómo afrontar tanto problema de continuo.
“Lo hemos notado mucho, solíamos pagar una media de 80 euros al mes y éste, nos ha llegado una factura de 150 euros. Hemos tenido que apagar todas las luces del local para gastar lo menos posible, porque antes sí que dejábamos el pasillo encendido, por ejemplo. Pero en esta situación, imposible vamos”, señalaba la dueña de una pequeña tienda de ropa del centro.
“Los comercios de Melilla estamos agotados, diría que al borde de nuestras fuerzas. La factura de la luz no nos ha llegado todavía este mes, pero sabemos que va a ser más del doble que el mes pasado. Siempre hay algo, si no es la pandemia, es la subida de los precios o nos retienen la mercancía en aduanas. Cada vez es un problema diferente, no tenemos estabilidad para poder salir adelante”, remarcaba el dueño de un bar local.
En otra tienda de ropa, la dueña nos hacía mirar a la calle, “mira, necesitamos ayuda los comercios, vas por la calle y más de la mitad están cerrados. Nosotros nos mantenemos incluso poniendo dinero propio, esto es difícil de llevar”. “Necesitaríamos que nos echen una mano los políticos para ver que no estamos solos”.
Y la otra parte de la ecuación, los consumidores, a los que les ha coincidido la subida de la electricidad y del gas. En Melilla se están registrando precios históricos en carburante (1,44 euros el litro), y en la península, llenar un depósito de un automóvil de gama media no baja de los 100 euros.
Una situación que deja a consumidores y comercios, al menos en Melilla, casi sin margen de maniobra.
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