A día de hoy, Melilla tiene no pocos problemas y, como si de una carrera de fondo se tratara, entre todos, pero fundamentalmente el Gobierno central y la Administración local, debemos ponerle solución.
Como, por ser una ciudad autónoma y no una comunidad autónoma, las competencias del Ejecutivo de Melilla están bastante restringidas y llegan hasta donde llegan, la mayor parte de estas respuestas corresponde darlas al Ejecutivo de coalición liderado por Pedro Sánchez.
De él dependen el nuevo consorcio con Muface (que en la ciudad autónoma afecta a bastante gente por la cantidad de personas que trabajan en áreas de la Administración General del Estado) o recuperar la anterior bonificación a la Seguridad Social (que no tiene pinta de que vaya a suceder).
También estamos a la espera de que el Hospital Universitario se pueda abrir, ya que es algo fundamental para garantizar la calidad sanitaria en Melilla y para que los ciudadanos dejen de tener que trasladarse a Málaga para ser tratados de determinadas enfermedades o dolencias. Es de esperar que el problema con la licencia de primera apertura se solucione lo antes posible, porque este asunto es crucial para la ciudad.
Otro gran problema, dada la idiosincrasia de Melilla, tiene que ver con los planes de empleo, cuyos criterios de selección fueron tumbados por el juzgado y ahora la Delegación sigue viendo cómo solventar estos obstáculos. Lo ideal sería que se arreglara la situación lo antes posible y que en 2025 se puedan llevar a cabo dos planes diferentes que den trabajo a una mayor cantidad de gente, pues hay muchas personas en serios problemas a causa de esto.
Aunque este año ha sido el que menos llegadas irregulares ha tenido Melilla, ya que no ha habido saltos masivos y la mayoría entran a nado por el Dique Sur, hay que seguir poniendo un ojo en ello. Está también el asunto de la frontera, que no parece que nunca vaya a ser lo que un día fue, y la aduana comercial, pendiente de reabrirse desde 2018. Tanto en la inmigración como en la aduana es imperioso que el Ejecutivo central presione a Marruecos en la medida de lo posible.
Además de todo esto, el Gobierno de Imbroda debe seguir adelante con su política basada en los ejes del turismo –para lo cual ya se han firmado varios convenios con administraciones andaluzas-, la universidad –con esperadas nuevas titulaciones y residencias para la atracción de estudiantes- y las nuevas tecnologías -aprovechando las ventajas fiscales que la ciudad ofrece para la atracción de empresas-.
Para el primer punto, no cabe duda de que la declaración de Obligación de Servicio Público (OSP) de los vuelos a Málaga y Madrid ayudaría bastante, porque no se sabe cuánto tiempo podrá la Ciudad seguir costeando la mayor parte del precio del billete a todos los visitantes. Además, habrá que estar atentos a cómo resulta el nuevo contrato marítimo.
En fin, brindemos por un 2025 lleno de éxitos en el que Melilla salga por fin de su situación de adormecimiento y recupere el esplendor que un día tuvo.
Por cierto, se han cumplido cinco años del origen del covid19, que, aunque haya perdido el efecto que tuvo al principio, aún no ha desaparecido y habrá que seguir vigilando sus posibles mutaciones en una tarea que, en este caso, es mundial.
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