La Policía Nacional de Melilla nos dijo que había reforzado el servicio de citas previas para hacerse el DNI y el pasaporte en la Jefatura Superior y que los jueves por la mañana, a las diez, sacaban nuevas citas para la próxima semana.
Yo no puedo decir que eso no es así. Pero doy fe de que no conseguí coger ninguna cita previa en dos intentos. Hay quien recomienda pasar toda la mañana intentándolo, pero los que trabajamos y pagamos nuestros impuestos con puntualidad británica no tenemos toda la mañana para rellenar y volver a rellenar los datos.
No sé cuántos melillenses han sido capaces de coger una cita de ese lote extraordinario que dice la Policía Nacional que saca cada jueves. Mi felicitación. Son linces. Para que después digan que en Melilla no dominamos las nuevas tecnologías.
Es cierto que la Comisaría de Melilla se ha encontrado de un día para otro con cerca de 20.000 o 30.000 personas que necesitan hacerse el pasaporte para poder cruzar a Marruecos. Se podría haber avisado con tiempo, para evitar la avalancha brutal que hay en estos momentos. Pero no se hizo por falta, como mínimo, de respeto por el trabajo de los policías nacionales y por los derechos de los ciudadanos.
La televisión nacional nos ha contado además, que las colas para sacarse el DNI o el pasaporte no son un tema puntual de Melilla. Las hay también en otras comunidades autónomas porque durante la pandemia la gente no se movió de España por precaución. En ninguna de esas autonomías salió ningún político a acusar de irresponsabilidad a nadie. En Melilla sí.
El caso es que tenemos a los melillenses viajando a Málaga y sacándose el pasaporte incluso en la comisaría de Antequera. Hemos trasladado a esa provincia andaluza nuestra incapacidad para resolver un problema que se podía haber atenuado. Eso demuestra que las decisiones políticas no se toman pensando en la gente, ni en los recursos de los que dispone la Administración.
Se toman en despachos en Madrid; las toman gente bien pagada, que no ha pisado nunca Melilla ni le interesa pisarla. Sencillamente reciben una orden, no la discuten porque para preservar la paguita mensual hay que ser obedientes y la ejecutan sin más y, luego, si la mierda les salpica, la culpa es del ciudadano que no tenía su documentación lista.
Es sencillamente impresentable que en Melilla se estén dando citas ahora para hacerse el DNI o el pasaporte en agosto. Ya no es sólo por la frontera. Es la falta de previsión de quienes no contaron con que la avalancha de quienes quieren cruzar a Marruecos podía sumarse al incremento de solicitudes de DNI y pasaporte que suele darse tradicionalmente por estas fechas en toda España.
Con recursos muy limitados, Melilla hace lo que puede y los ciudadanos de esta ciudad tenemos que apelar a los recursos de otras provincias. ¿Por qué si pago mis impuestos aquí tengo que irme a sacar el pasaporte a Málaga, Granada o Almería? Esa es una prueba más de que somos ciudadanos de segunda. A ver si no se nos olvida a la hora de votar.
Nadie ha buscado una solución al problema. La única explicación que nos han dado, de momento, es el supuesto refuerzo de un servicio que ayer pudimos comprobar que no es tal.
Es impresentable que nos resignemos a marcharnos a Andalucía a hacernos el pasaporte sólo porque hay una escandalosa limitación de recursos en Melilla para expedir documentación.
Lo peor es que este problema que afecta, como mínimo a 10.000 melillenses, no llega a la Asamblea. ¿Para qué queremos representantes políticos que no hablan de los problemas de la gente?
Pongamos otro ejemplo: la limitación de entrada de mercancías por la frontera en régimen de viajeros, ahora limitada a un máximo de 10 kilos. Evidentemente esta es una forma de dejar claro que no entrarán borregos por la frontera a menos que en Marruecos empiecen a criar especies en miniatura. Ya no depende de la fiebre aftosa. Ahora también depende del peso del animal.
Noto un ataque continuado contra la gente que, casualmente, es mayoría entre quienes hacen cola por no tener su documentación en regla y es acusada de ser irresponsable. Pero de esto, por su nombre, no se habla para no romper la paz social.
Las redes sociales de destacados profesionales de Melilla están llenas de mensajes yo diría que rozan el delito de odio y no hay nadie que les tosa. Todo lo contrario, les aplauden y de oficio aquí no actúa ninguna autoridad. Hay gente que se empeña en separarnos entre los de aquí y los de allá, como si los apellidos fueran determinantes. Dan pena y en muchos casos, asco.
Por eso creo que es inadmisible que sean las propias instituciones las que fomenten situaciones discriminatorias. Si esto sigue por este camino, tarde o temprano, va a estallar.
Hay gente en Melilla deseando incendiar las calles, sacar a la gente a protestar y crear un clima social beligerante. Saben que tal y como están en estos momentos, se van al paro en mayo de 2023 porque en las elecciones se van a pegar el batacazo de sus vidas. Necesitan el cabreo para movilizar a sus incondicionales. Lejos de resolver los problemas de la ciudadanía son una piedra en nuestros zapatos.
Buen articulo 👏👏
Me hizo pensar ese párrafo; “Las redes sociales de destacados profesionales de Melilla están llenas de mensajes yo diría que rozan el delito de odio y no hay nadie que les tosa. Todo lo contrario, les aplauden y de oficio aquí no actúa ninguna autoridad. Hay gente que se empeña en separarnos entre los de aquí y los de allá, como si los apellidos fueran determinantes. Dan pena y en muchos casos, asco.”
En Melilla hay muchísimas personas así y créeme que son la causa de la misma ruina de la ciudad...