Mouhcine Fikri nunca creyó que iba a pasar a la historia de Marruecos. Él era un simple pescadero, que murió el 28 de octubre de 2016 aplastado en el interior de un camión de basura al que se había metido a recuperar el pescado que le había decomisado la Policía. Su muerte fue la gota que colmó el vaso y desató las revueltas en Alhucemas, que comenzaron con manifestaciones convocadas en las redes sociales para protestar contra la ‘hogra’ (abusos).
Melilla ha visto con estupor el vídeo del arresto de un menor musulmán, “español de toda la vida”, según contó su madre al periodista Ignacio Cembrero, recibiendo una brutal paliza por parte de agentes de la Policía Nacional. También lo ha visto media España. En cuestión de horas las imágenes y audios corrieron como la pólvora.
Ayer la noticia la dieron todos los medios nacionales. La gente se ha llevado las manos a la cabeza porque este viernes puede que volvamos a ver enfrentamientos entre Fuerzas de Seguridad y manifestantes en Cataluña, donde el Gobierno de España quiere celebrar un Consejo de Ministros en el que se aprobará una subida salarial del 2,25% a los funcionarios.
El ambiente está cargado y lo ocurrido en Melilla no ayuda. El vídeo de la paliza al menor musulmán ha hecho mucho daño a la reputación de la Policía Nacional y, sobre todo, a la confianza de los ciudadanos en la institución.
Todos tenemos aún frescas las imágenes de las cargas policiales en Cataluña el 1 de octubre de 2017. Aquella brutalidad hizo más daño a la marca España que cualquier escándalo de corrupción en este país. Fue más que una torpeza política.
No sabemos qué pasó con exactitud en la medianoche del pasado domingo en el parking del McDonald’s de Melilla y no vamos a hacer elucubraciones al respecto con la historia de unos o de otros. Las cámaras del restaurante darán fe de lo ocurrido y un juez deberá tomar una decisión al respecto. Hay que esperar.
Ni voy ni quiero echar leña al fuego. La Delegación del Gobierno de Melilla ha anunciado que a los agentes involucrados en el incidente se les ha abierto un expediente disciplinario. Esta medida se ha tomado en tiempo récord y creo que era necesaria porque hacía falta enviar a los melillenses un mensaje claro: aquí nadie hará la vista gorda.
En una ciudad como ésta, con un paro escandaloso, donde hasta los conflictos más simples se resuelven en los juzgados, hay que evitar conflictos tan graves.
En Facebook ya hay un grupo creado pidiendo “Justicia para Islam”, porque el niño, que ha sido el único ingresado en el Hospital Comarcal tras lo ocurrido, tiene 17 años y un nombre simbólico.
Hay que rebajar la tensión. Hay que serenarse porque no sólo está en juego el destino de los agentes involucrados; la salud de un menor de edad, melillense, musulmán y español; también está en juego nuestra paz social.
Tenemos que respirar y pensar que Melilla está por encima de todo y por eso es importante que se haga justicia.