Aún hay más asuntos que merecerían la firma de Mariano Rajoy y Pedro Sánchez. Ayer el presidente del Gobierno y el secretario general del PSOE estamparon sus nombres en un pacto de Estado que despeja las dudas de los asesinos yihadistas y elimina cualquier esperanza que pudieran albergar sus desequilibradas mentes de derrotar a nuestra democracia.
El terrorismo es un asunto que desde la Transición ha estado en la carpeta de los pactos de Estado. De hecho, ha sido casi el único asunto que ha tenido el privilegio de ser tratado como tal. Ni siquiera cuando nuestro país ha participado en algunos conflictos internacionales, nuestras tropas han acudido siempre con el respaldo del principal partido de la oposición. Tampoco ha habido acuerdo a la hora de afrontar graves situaciones económicas. Desde aquellos lejanos Pactos de la Moncloa, nunca hemos vuelto a ver al Gobierno y al principal partido de la oposición plantar cara juntos a graves problemas económicos que han ido surgiendo puntualmente en algunos años.
No se estila en nuestro país sentarse a negociar para llegar acuerdos sobre la mejor manera de afrontar los problemas cuando éstos afectan a la totalidad de la población y, sobre todo, cuando pueden ser determinantes para el futuro de nuestra sociedad. No existe esta costumbre en España y mucho menos en nuestra ciudad. El ‘cortoplacismo’ y el ‘revanchismo’ impiden a nuestro representantes anteponer el interés general al de sus propias formaciones o a sus propias aspiraciones políticas.
Nuestra ciudad tiene problemas de suficiente entidad como para llevar a la mesa de negociación a los principales partidos políticos y no permitirles levantarse de la silla hasta alcanzar un acuerdo. Sin embargo, no es posible algo así en Melilla porque estampar la firma en un mismo documento y estrechar a continuación las manos es interpretando por nuestros representantes como un signo de debilidad. Probablemente, la ciudadanía no lo entendería así. Los votantes, que tanto preocupan en este año electoral, verían en esta clase de actos la máxima expresión de la preocupación de nuestros representantes por los problemas que realmente inquietan a nuestra ciudad. ¿Quién se opondría a una fotografía como la que hoy ilustra la portada de El Faro de Melilla con el presidente Juan José Imbroda y el líder de CpM, Mustafa Aberchán, como protagonistas? ¿Qué reproche se podría hacer a ambos si antes de estrecharse la mano para esa foto hubieran negociado hasta alcanzar un acuerdo sobre las medidas para, por ejemplo, reducir el paro? Tal vez ese hipotético acuerdo no hubiera tenido una influencia decisiva en la cifra de desempleo que conoceremos hoy. Sin embargo, hubiera sido la demostración de que, por encima de los intereses de sus respectivos partidos, en su agenda política hay asuntos prioritarios como el paro, la inmigración, las relaciones con Marruecos, el transporte...
No hemos visto en Melilla una escena como la protagonizada ayer por Rajoy y Sánchez, ni es probable que en 2015 Imbroda y Aberchán estrenen la carpeta de los ‘asuntos de Ciudad’.