El sector de la panadería y la repostería está de enhorabuena en Melilla. El centro Reina Victoria está inmerso en un programa de iniciación profesional básica en estas materias y, además, encaminado a estudiantes con necesidades educativas especiales.
Siempre es bueno cualificar trabajadores y si es en algo tan demandado en la ciudad como la panadería y la repostería, miel sobre hojuelas. No obstante, hay que decir que igual esta iniciativa llega un poco tarde.
Sabemos que hay establecimientos panaderos en la ciudad que han recortado su horario de atención al público porque no tienen profesionales en condiciones que se ocupen de la producción de pan. Esto es así de sencillo: cuando cerró la frontera, el panadero habitual se quedó del otro lado y el dueño no ha encontrado a nadie que pueda sustituirlo.
Suena raro pero es totalmente así. No hay mano de obra cualificada ni especializada en estos quehaceres tan básicos para la sociedad como elaborar el pan del día.
Y estando la cosa de esa forma a nadie se le ocurrió la idea de reforzar la formación de panaderos. Los cursos están realmente bien, pero quizás llegan algo tarde. La frontera puede abrir en cuestión de semanas y aquellos profesionales que están actualmente en Marruecos volverán a sus antiguos puestos de trabajo con lo que se habrá perdido una oportunidad de crear empleo.
Es una pena porque estos jóvenes que se forman hoy en día en el Victoria Eugenia lo están haciendo francamente bien. Las enseñanzas no se limitan al pan clásico sino que tienen una larga lista de productos: pizzas, empanadas, tartas de Santiago, hojaldres, bizcochos y toda clase de bollería.
Los estudiantes de hoy no serán profesionales hasta dentro de dos años, que es lo que tarda este programa de iniciación profesional a la panadería y la repostería. Si se hubiera puesto en marcha en 2019, más de uno de estos alumnos igual habría encontrado empleo ante la sequía de transfronterizos durante la pandemia.
Ojalá que esta situación haga reflexionar a las autoridades competentes en este tipo de cuestiones y se den cuenta de que las oportunidades hay que cogerlas al vuelo, máxime si estamos hablando de formación y empleo. Una mayor y mejor planificación en la cualificación de mano de obra nos hará bien a todos, que es lo mismo que decir que hará bien a Melilla.
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