Opinión

Como pescados en nevera

El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, no ha sabido precisar con claridad cuántos policías y guardias civiles vendrán a Melilla de refuerzo en el corto y medio plazo. Según sus cálculos, el Partido Popular dejó un déficit de 12.000 agentes y el Gobierno social-comunista está reponiendo unos 5.000 al año. Puede que si acaban la legislatura tengamos 20.000 efectivos más. Eso está bien. La pregunta del millón sigue siendo la misma: ¿Cuántos de ellos vendrán destinados a nuestra ciudad?

Me ha encantado la manera en que Marlaska, a preguntas de El Faro, ha reformulado la definición del estado de nuestra relación con Marruecos hasta el punto de considerarla “estratégica, directa e importante”. Creo que los tres adjetivos definen perfectamente lo que nos une al país vecino (intereses compartidos), lo que queremos (relación de tú a tú) y lo que apreciamos (la paz y el entendimiento mutuo).

Esta vez Marlaska ha sido prudente aunque tengo que reconocer que no me quedo tranquila con los temas que ha dicho que se abordarán en la Reunión de Alto Nivel prevista para febrero próximo.

Según dijo el ministro del Interior, en la RAN se abordarán políticas de industria (en Melilla no gastamos eso); infraestructuras (¿hablarán del tranvía de Monte Arruit a Plaza de España?); Exteriores (difícilmente nos incluyan en el orden del día) y seguridad (inmigración, lucha antiterrorista y narcotráfico).

Como veis sin confirmar ni empezar la reunión ya sabemos que se hablará poco o nada de los temas que más nos importan en esta tierra: economía, relaciones bilaterales y respeto a nuestra soberanía española.

Esto es, sinceramente, un jarro de agua fría en la cabeza del empresariado melillense. Lo peor que se le puede desear a alguien en estos momentos es que sea empresario. Es verdad que las ayudas están llegando con cuentagotas, pero por lo menos hay ayudas. El problema no es solucionar el presente, que lo tenemos más o menos asumido, sino la imposibilidad de soñar el futuro. Las empresas para seguir siendo lo que son, necesitan ganar dinero porque si no, desaparecen. No veo que en el futuro inmediato estén creadas las condiciones para que nuestros empresarios recuperen todo lo perdido en tiempos de la Covid.

Por tanto, es una obviedad decir que el futuro de esta tierra pasa por el refuerzo del funcionariado. Si el Estado no apuesta por crear empleo en Melilla, enviando más guardias civiles y policías nacionales, por ejemplo, es muy difícil imaginar qué será de nosotros y de nuestros hijos.

Es verdad que no es la solución de aquí al final de nuestros días, sino más bien un parche que necesitamos como el aire que respiramos. No hay que ser un lince en seguridad nacional para darse cuenta de que mientras Marruecos se arma hasta los dientes y refuerza su arsenal militar, nosotros estamos dándole vueltas a la posibilidad de reforzar las maltrechas plantillas de Guardia Civil y Policía Nacional que tenemos en la ciudad.

Marlaska no lo ve. Está ciego con la lealtad de Marruecos. Se le olvidó que hace menos de un mes el primer ministro de ese país dijo alto y claro que cuando acaben con el tema Sahara se volcarán con la marroquinización de Melilla y Ceuta.

Es por tanto incongruente hablar de lealtad a estas alturas. La lealtad no se puede medir sólo por la cantidad de saltos a la valla que hemos tenido en 2020. No nos engañemos. No es que Marruecos nos guarde las espaldas es que ha bajado de manera importante el flujo migratorio. La gente sabe que Europa está en stand by. No es momento de emprender viaje alguno.

Se pasó tres pueblos Marlaska cuando dijo que en la frontera de Melilla no se invierte desde hace 15 años. Sin ir más lejos en tiempos del hoy cuestionado ministro del Interior Jorge Fernández Díaz se inyectaron 2 millones de euros en la reforma del paso fronterizo de Beni Enzar y se colocaron 2,5 kilómetros de malla antitrepa en la alambrada para obstaculizar los saltos masivos a la valla. Ese cuento, para los que no tengan memoria.

Y lo de agradecer a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad el esfuerzo extra que realizan en Melilla está muy bien, pero mejor estaría dejar de contar milongas y enviar refuerzos, que aquí las habas están contadas y cuando llegan tiempos complicados como verano, Semana Santa y Navidades, en esta ciudad se hace encaje de bolillos para mantener la seguridad ciudadana como buenamente se pueda.

No nos ha crecido la delincuencia porque Dios nos castiga. Nos ha crecido porque no hay medios ni humanos ni materiales para pararla. Como tampoco hay forma de frenar la pobreza y el desempleo. Lo que hace unos años ya era estructural en esta ciudad, ahora es metástasis.

¿A cuántos políticos hemos escuchado proponer salidas sensatas; crecimientos sostenibles; desarrollo y más trabajo para esta tierra? Pues eso, que estamos en el culo de España como pescado en nevera: con los ojos abiertos y sin ver nada.

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