MELILLA es desde hace mucho tiempo lugar de tránsito para personas que anhelan llegar a Europa en busca de una vida mejor. Desde que estalló la guerra en Siria, son miles los ciudadanos de ese país los que han recalado en nuestra ciudad como antesala de la península o de otros destinos en el Viejo Continente. También vienen refugiados de otros lugares, pero son principalmente los llegados de Siria quienes en muchas ocasiones entran en suelo melillense acompañados de sus familias. Y en la mayoría de ellas hay niños de corta edad.
Mientras estas personas se encuentren en territorio español, el Gobierno de nuestro país ha de garantizar su protección, especialmente a las que están en la edad de la infancia. Y esto último implica que los pequeños sean escolarizados. No sólo por la necesidad que todo niño tiene de recibir una educación, sino también porque de esta forma es posible ayudarles a olvidar las escenas de horror que han tenido que contemplar en los países de los que sus familias han tenido que huir.
Sin embargo, muchos de los niños que han pasado por el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) o que todavía se encuentran en el mismo no han sido llevados a las aulas en Melilla. El motivo se debe a que gran parte de los refugiados que tienen hijos pequeños permanecen poco tiempo en el centro, a veces sólo una semana, porque se les da prioridad en la salida a la península.
El director provincial de Educación, José Manuel Calzado, afirmó a El Faro que durante el curso pasado fueron escolarizados en Melilla 1.600 niños inmigrantes. Sin embargo, al finalizar el año escolar, sólo había nueve en los colegios de la ciudad. La mayoría de ellos tuvieron un paso fugaz por las aulas, y algunos ni siquiera llegaron a pisarlas.
Los sindicatos de educación, sin embargo, destacan que la llegada de estos menores al CETI dispara la ratio de alumnos por clase en los centros de enseñanza de Melilla, que, según aseguran, supera la treintena en cada aula. Asimismo, señalan que se trata de escolares con necesidades especiales, pues la mayoría no hablan español.
No obstante, poco tiempo pasan por las aulas. Y esta es, lamentablemente, otra consecuencia de los conflictos bélicos: arrebatar a los niños el derecho fundamental a la educación.