Han pasado cuatro días, desde que el COVID-19 se cobrara la primera víctima en Melilla. Una mujer de 42 años falleció en la madrugada del miércoles por esta enfermedad que ya padecen 48 personas en la ciudad, de las que dos están en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Y a pesar de este tiempo y aún teniendo en cuenta que la fallecida ingresó en el Comarcal el día 20, es decir, hace diez días, a la familia no se le han practicado las pruebas para saber si tienen o no este virus hasta este domingo por la tarde, a raíz de contactar El Faro con las autoridades para conocer el por qué. “Esta situación nos está destrozando más. Nos está haciendo más daño”, aseguró a un tío de la víctima este domingo por la mañana a este periódico indicando los días de angustia que están viviendo.
La situación es aún más dramática porque diez personas estuvieron con ella esos días previos. Y a ninguna de ellas, ni a su marido o sus hijos ni a su madre, que tiene más de 65 años, se le había cogido una muestra para hacerle la prueba del coronavirus. La familia se puso en contacto con El Faro porque estaban desesperados y no sabían qué hacer. Se han confinado cada uno de ellos en sus cuartos sin poder abrazarse y estar reunidos en el salón como el resto de las familias melillenses por miedo a tener el virus y contagiarse entre ellos.
Y es que en la casa de la fallecida hay un niño de diez años. Ha perdido a su madre y no puede estar ni con sus dos hermanas ni con su padre para recibir consuelo porque todos tienen miedo de que coja el coronavirus. Tienen pánico de lo que pueda pasar ahora en la casa.
La mujer que falleció se contagió en una boda que se realizó antes de que decretaran todas estas medidas de confinamiento. Fue el sábado 14. El tío de la fallecida explicó que fue el miércoles 18 cuando se desmayó y cuando se encontró mal. Y en todos esos días, en esos cuatro días, estuvo en contacto con sus diez familiares.
En la casa de ella viven su marido y sus tres hijos. Pero es que justo la casa de al lado es la de su hermana. Las familias se llevan muy bien y tienen trato a diario por lo que todos estuvieron en contacto unos con otros desde ese sábado 14 al miércoles 18. En el hogar de su hermana viven su marido y sus tres hijos y también la madre de ambas de más de 65 años. De ahí que sean diez las personas que estaban en contacto con esta mujer que falleció y no comprenden desde la familia que aún no les hubieran hecho los test.
Es más, recordaron que los responsables políticos, a preguntas de los periodistas, aseguraron el día que se informó de este fallecimiento que se iba a realizar las pruebas a la familia, pero no fue así hasta el domingo por la tarde.
Por ello, estas diez personas están encerradas en sus cuartos, separadas unas de otras sin poder darse consuelo. Ellas mismas se han confinado en sus habitaciones para evitar el contagio del virus ante la incertidumbre de si lo padecen o no.
El tío de la fallecida que habla como representante de la familia afirmó que no quieren el pésame de nadie. Solo querían que les hicieran la prueba y saber si portan o no el virus.
Subrayó que habían llamado al 112 para pedirla y que nadie había aparecido. Reconoció que, de momento, no tienen síntomas ninguno y espera que siga siendo así. Pero se pregunta cómo no se hace de oficio esta prueba a todas las personas que estuvieron en contacto con la fallecida y por qué han tenido que rogar que se les practicara.
El día a día en estos dos hogares no es fácil y tienen al resto de familiares en vela pendientes de ellos por la tensión de no saber si tienen coronavirus.
El representante de la familia dicen que entre todos se han organizado, y gracias a Dios no les falta gente, para llevar la compra a la casa de la hermana de la fallecida. La dejan en la puerta. Ella la recoge y hace la comida para todos.
A esta mujer, que ha perdido a su hermana, le toca dejar platos en las puertas de las habitaciones sin tener contacto con su familia. Su madre ocupa el ático de la casa. No quieren que baje de allí ni tenga contacto con nadie más. Temen por su salud, porque es una persona mayor, pero lo cierto es que no pueden ni consolarla por perder a una hija de 42 años.
La hermana de la fallecida también se encarga de la otra familia. Les hace la comida y se la lleva, pero sin tener contacto con nadie. Todo se deja en la puerta. No puede consolar a su cuñado ni a sus sobrinos. En esta casa también está cada uno en su cuarto sin salir y con la angustia de no saber si tienen o no el virus.
“Ese padre está sufriendo por no poder abrazar a sus hijos”, subrayó el representante de la familia que denunciaba esta situación con la esperanza de lograr que el Ingesa moviera ficha y les hiciera las pruebas como ya se anunció hace unos días. A raiz de contactar el periódico con las autoridades sanitarias y de publicar la información en la web, fue así. El domingo por la tarde les tomaron las muestras a los diez.
Por otro lado, el consejero de Salud Pública, Mohamed Mohamed Mohand, apuntó el pasado miércoles que a la familia se le harían las pruebas en cuanto presentaran las condiciones de definición de caso de coronavirus. Indicó que si era el caso, se podrían en contacto con el 061 y con Salud Pública se activaría para hacer esas pruebas.
Además, el director del Ingesa, Omar Haouari, añadió a las palabras de Mohamed Mohand que los técnicos de Salud Pública y del Ingesa se habían puesto en contacto con la familia de la fallecida para hacer un “trazador de las posibles pruebas que hay que realizar sobre las personas que han estado en contacto con la fallecida”.
Mohamed Mohand indicó que ese trazador de posibles pruebas se hacen a todos los casos que dan positivo de coronavirus.
Pero la familia denunció que nadie les había hecho las pruebas hasta este domingo por la mañana. Tras conocer esta historia, El Faro se puso en contacto con el Ingesa y con Salud Pública y desde ambas administraciones se aseguró que les iban a hacer las pruebas. En la noche de este domingo la familia llamó al periódico para comunicar que finalmente durante la tarde les hicieron estos test.
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