A menos de un mes para la vuelta al cole, los padres nada saben de cómo se llevará a cabo y de las condiciones de seguridad que tendrán sus hijos. Algo clave, porque de la salud de ellos depende también la seguridad de todo el núcleo familiar. Si se trata de aminorar riesgos debe dejarse clara la manera en que se procederá a ese regreso para que los contagios no se disparen. La educación es obligatoria, la presencia de los alumnos es la mejor de las opciones pero no a costa de todo. Los padres, representados por las AMPA y la FAMPA, están necesitados de información porque a pesar de que es mucho lo que se lee y abundan las propuestas conocidas, nada queda claro sobre qué pasará ese 10 de septiembre y si se garantizará lo más importante: la salud de todos. No se puede permitir que empiecen a producirse bajas o aislamientos obligados y haya niños que se queden descolgados del sistema educativo. ¿Eso lo ha previsto el Ministerio?, ¿qué sucede si un menor debe guardar aislamiento?, ¿cómo se le impartirán las clases?, ¿qué sucederá con todo lo perdido? El modo de proceder va a cambiar radicalmente y lo peor es la incertidumbre de no saber si estamos preparados para afrontar una asignatura de esta envergadura sin que se provoquen más discriminaciones que sean contraproducentes para todos.