El tono del debate y las posiciones del Gobierno y de cada uno de los partidos de la oposición durante la sesión de control fueron idénticos a los que estamos acostumbrados. Ayer en la Asamblea se habló de las relaciones con Marruecos, del problema de la inmigración, de la pobreza que se sufre con especial incidencia en varios barrios de Melilla, de la frontera, de la Educación... Algunos asuntos son nuevos y otros resuenan periódicamente en el salón de plenos, pero lo que no varió ni un ápice fueron las posiciones que vienen manteniendo los diputados de cada grupo desde las últimas elecciones locales. CpM, tras al giro que dio en mayo de 2011, que sorprendió a todos y que inicialmente despertó recelos entre los miembros del equipo de Gobierno, sigue con una crítica moderada, conservando en todo momento la caballerosidad y aportando propuestas que son recibidas con cierta receptividad en la bancada del PP o rechazadas con la misma cortesía.
Las intervenciones del PSOE siempre corren la misma suerte con independencia de que estén protagonizadas por la crítica directa de Gregorio Escobar y la más acerada de Dionisio Muñoz. Ni la sonrisa del ex líder de los socialistas consigue apaciguar los ánimos. Ayer supimos gracias a un micrófono abierto por descuido que ese gesto irónico que adoptó durante la intervención de algunos miembros del equipo del Gobierno resulta insoportable para la consejera Esther Donoso.
Mención a parte merecen las intervención del diputado de PPL, Julio Liarte. Sus palabras son embestidas contra los componentes del Gobierno. Uno y otros se buscan y siempre se acaban encontrando para finalmente no concluir en nada productivo.
Y así transcurrió el primer Pleno de Control tras el verano, sin rectificaciones que hagan posible corregir errores, sin aportaciones constructivas que se acaben materializando en algo positivo, sin alabanzas que animen a continuar con el trabajo bien hecho... La sesión fue como el chaparrón que ayer descargó sobre Melilla y del que dentro de unos días no se acordará nadie.